«Sabía que el modelo de negocio era el correcto, pero nunca pensé que se lograría este éxito»

BARBANZA

A sus 84 años, este industrial del ramo de la alimentación disfruta trabajando en la empresa que puso en marcha en 1994

27 feb 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Si Zapatero decide finalmente ampliar la edad de jubilación a los 67 años, a Severino Escurís Batalla había que, por lo menos, triplicarle la pensión máxima contributiva. A sus 84 años, acude como un reloj cada día a la empresa para ver que todo marcha correctamente: «Llego a las diez de la mañana y marcho sobre la una y media de la tarde», explicó el presidente de Actividades Empresariales (Actemsa), quien añadió: «Solo sé hacer una cosa, trabajar que, por cierto, es con lo que más disfruto».

El apellido Escurís está íntimamente ligado a una de las familias conserveras de mayor renombre. Severino es el tercero de los ocho hijos que tuvo Manuel Escurís. Su pasión por el trabajo y, en concreto, por el manipulado de pescado y marisco surgió muy pronto. Tenía 16 años.

«Hacía de todo, atendía a los proveedores, a los clientes, contrataba al personal y hacía de mecánico». El empresario, nacido en Rianxo, recuerda cómo se llevaban a cabo todas labores en la empresa Escurís, como la salazón del pescado y su preparación. «Salvando que ahora se emplea tecnología punta, que permite hacer un mayor número de la latas por minuto, la esencia de la conserva es básicamente la misma», explicó.

Su primer sueldo lo recibió con 27 años, cuando se casó con María Villa: 500 pesetas. Tuvieron seis hijos, de los que viven cuatro: Severino, María Jesús, José Luis y Juan Carlos.

Con el paso de los años se fue haciendo con las riendas de la empresa hasta que alcanzó el puesto de presidente de la firma. Pero problemas de índole familiar hicieron que Severino cogiera los bártulos y se fuera de un negocio que había mamado desde pequeño.

Decisiones

Con 60 años se ve en la obligación de replantearse su futuro profesional. «Fue una decisión muy dura tener que dejar una empresa familiar, pero había que tomar decisiones por muy dolorosas que estas fueran», apuntó emocionado.

Aprovechando sus amplios conocimientos en el ámbito de la conserva, Severino planteó a su familia crear una empresa de frío industrial. Empezó a buscar financiación, pero los bancos, al igual que sucede ahora, le negaron todo tipo de crédito si no era avalando su propia vivienda. «Contaba con un buen patrimonio, pero lo que se dice dinero en efectivo, no mucho, sobre todo para afrontar un proyecto empresarial de semejante envergadura».

Pese a las reticencias iniciales de su mujer y sus hijos, Severino Escurís decide coger el toro por los cuernos y se embarca en esta nueva aventura. ¿El nombre de la nueva criatura?: Actemsa. La firma se inauguró en marzo de 1994 en el polígono pobrense de A Tomada y su actividad principal es la importación y exportación de pescados, mariscos y cefalópodos congelados, además de poseer un complejo frigorífico.

Desde entonces, el grupo no ha hecho más que crecer y su facturación sube cada año como la espuma, hasta situarse en el puesto 62 del ránking gallego, con unos ingresos que rondan los 110 millones de euros anuales y 150 puestos de trabajo directos. Pero Severino Escurís tiene aún presentes las dificultades que tuvo que pasar para arrancar la actividad. «Recurrí al Igape y a los bancos y me reuní con conselleiros para poner en marcha Actemsa. Sabía que el modelo de negocio era el correcto, pero nunca pensé que se lograría este éxito», explicó.

En septiembre del 2006, la firma radicada en A Tomada adquirió el 100% del capital social de la compañía brasileña Leal Santos, una industria del ramo de la alimentación ubicada en la localidad de Río Grande.

Severino Escurís anda ahora metido en otros proyectos, como los elaborados de caballa y otras especies de pescado, una iniciativa que se inició precisamente esta semana. El empresario supervisó en primera persona la puesta en marcha de la maquinaria y la contratación de veinte trabajadores. «Me satisface enormemente generar puestos de trabajo en un momento de tantas dificultades económicas como el actual. Ahora, si todo sale según lo previsto, esperamos llegar al medio centenar de empleos», comentó.

Como una familia

Para Severino Escurís, la empresa es, salvando las lógicas diferencias, una gran familia: «Un empresario es lo que es porque, en parte, arriesga un capital; pero detrás de las grandes cifras y números están las personas que hacen posible que la compañía llegue a ser lo que es ahora».

Admite que su verdadera pasión es saber qué se cuece cada día en sus empresas. «No creo en la edad, creo en la experiencia y en los contactos acumulados después de tantos años de trabajo y que, en un momento determinado, pueden ser muy útiles para abrir nuevos mercados o arreglar una negociación con un cliente o un proveedor», explicó.

Cuando el tiempo libre se lo permite, a Severino Escurís le gusta ver los telediarios y leer los periódicos para estar al día de lo que sucede en el mundo. También disfruta del paseo y de las tertulias con los amigos. El resto, se lo dedica a sus tres nietos: «Me considero una persona muy familiar y me encanta comer en compañía de mis hijos y mis nietos cuando vienen a casa».