Cascos históricos gallegos: sin plan de emergencias para zonas de difícil acceso

La Voz REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Arquitectos recuerdan que la rehabilitación integral es la mejor prevención para evitar fuegos

17 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

En el casco histórico de la localidad turística de Santillana del Mar, en Cantabria, cada vecino sabe por dónde ha de huir en caso de que ocurra un incendio, un escape de gas que acabe en desastre o cualquier otro accidente. Lo saben porque la ciudad, como explica la vocal de la Junta de Gobierno del Colegio de Arquitectos de Galicia (COAG), Elvira Carregado, dispone de un protocolo específico de actuación en caso de emergencia. En Galicia deberían tomar nota. Un trabajo realizado por las diferentes delegaciones de La Voz ha constatado que la mayoría de los cascos antiguos de las ciudades no tienen proyectos concretos para evacuar o actuar en caso de emergencia en unas zonas en las que viven más de 30.000 personas o que, en casos como el de Santiago, declarado Patrimonio de la Humanidad, soportan el desembarco diario de miles de turistas. Aunque Compostela, Lugo, Viveiro, Mondoñedo o Allariz, como apuntaron las fuentes consultadas, tienen estudios concretos de cómo actuar en dichas áreas, la mayor parte del resto de áreas antiguas usan el plan de emergencias general elaborado para el conjunto del ayuntamiento. Cambados no tiene, pero lo está redactando ahora y en el caso de Pontevedra, por ejemplo, toman como referente el Plan de Emerxencias (PEMU) que fue adaptado en el 2007 para tener en cuenta la peatonalización del casco antiguo.

De todas formas, los arquitectos aluden a la conservación como mejor medida preventiva frente a desastres, sobre todo en el caso de incendio. «La mejora de la seguridad en estas zonas pasa por la rehabilitación porque hay bajos, casas abandonadas... lugares en los que puede haber un cortocircuito. Pero una mala rehabilitación también puede encerrar peligro. De ahí, que haya que elaborar planes de recuperación integral, dotados de ayudas, además de mejorar la infraestructura o las canalizaciones», explica el director de la Escuela de Arquitectura de la Universidade de A Coruña, Fernando Agrasar.

A todo esto la vocal del COAG añade que no estaría de más tener protocolos más concretos de actuación, debido más que nada al volumen de movimiento que soportan. «Aunque el perfil de los cascos que hay en Galicia no es como el de Santillana del Mar, construido en una pendiente, o los de Levante como Lorca (en zona de terremotos), estaría bien tener guías de este tipo para saber cómo actuar. De igual modo hay que decir que, dada la morfología constructiva de nuestros cascos, no cabe duda de que es más complicado que el fuego se propague con facilidad de una casa a otra», añade Carregado.

El modo de actuar en cada caso es diferente. En Compostela, por ejemplo, fuentes municipales explican que «os bombeiros teñen nos seus o protocolos rutas establecidas para chegar a calquera punto do casco histórico e actuaríase acotando diferentes zonas en vista de cada incendio. Como o casco histórico ten edificios catalogados como Ben de Interese Cultural (BIC) nos seus arquivos existen tamén protocolos para a salvagarda dos bens de interese cultural». Pero no solo eso, otras fuentes del servicio de bomberos, añaden que conocen los edificios más emblemáticos para los que han pedido planes de autoprotección propios que revisan cada determinado tiempo.

Vehículos adaptados

El principal problema en Santiago, como en buena parte de los cascos, es la estrechez de algunas calles. Para ello, añaden esas mismas fuentes, hay vehículos más estrechos para poder acceder y además tienen 330 metros de manguera para poder llevar el agua a todas partes. Además, las bocas de riego dispersas por el casco antiguo pueden activarse por control remoto desde una central, lo que permite que puedan ponerse en uso al momento.

Pero no solo en Santiago hay vehículos más estrechos para abordar incendios en los laberintos de calles que discurren por su zona vieja. Pontevedra tiene varios coches ligeros o motobombas capaces de adentrarse en el casco histórico. Lo mismo que ocurre en Vigo, en A Coruña o Ribadeo

En cambio, donde no los hay, como en Monforte, la solución fue aumentar el número de bocas de riego en el entorno de la muralla de San Vicente, la zona de más complicado acceso. En Muros no lo tienen tan bien organizado. Los coches de bomberos han de aparcar a la entrada del casco. Desde ese punto lanzan las mangueras.

Otro de los temas que preocupan son las fiestas que concentran a miles de asistentes. En Mondoñedo tienen un protocolo cuando hay San Lucas. No es la única ciudad que lo hace. Ourense pide un plan cada vez que se celebra un evento que reúne público abundante.

Un obstáculo que obstruye el paso de las ambulancias en algunas calles

«Aquí en Allariz só hai terrazas na praza e aí non molestan». El alcalde de ese concello ourensano, el nacionalista Francisco García, describe un escenario que no ocurre en otros cascos de la comunidad. En la zona de Pescadería, en A Coruña, hay mesas a cada lado de unas calles que ya son estrechas aunque estuvieran despejadas. La instalación de terrazas deja un hueco mínimo para el paso de los vehículos de emergencias cuando ocurre algún problema. Los expertos en seguridad en cascos antiguos comentan que esa es una de las cosas prioritarias a la hora de elaborar un plan de emergencia o evacuación. Las arterias que dan acceso a todos los puntos del casco deben de quedar completamente despejadas para evitar pérdida de tiempo.

Información elaborada por Eduardo Eiroa, Toni Slva, Xosé Alonso, Pepe Seoane, Bea Costa, Marta Gómez, Xosé Cambeiro, Rosa Martínez, Luis Díaz, Sergio Barral, Enrique G. Souto y María Cedrón.