¿Una oportunidad para tantas ruinas que se vienen abajo?

Serxio González Souto
serxio gonzález VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

mónica irago

Ravella celebra que la Xunta esté pensando en expropiar edificios para su rehabilitación, pero quiere saber cómo y con qué dinero

23 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace un par de semanas, la Xunta anunciaba su intención de buscar fórmulas legales que permitan a la Administración expropiar edificios abandonados para su rehabilitación. La iniciativa, que formará parte de una normativa mucho más ambiciosa -entre otras cuestiones, persigue liberar de trabas los procesos de regeneración urbana-, tendría una aplicación interesante en municipios como Vilagarcía, en los que el descuido amenaza a toda una serie de destacados inmuebles. Al gobierno local de la capital arousana la idea, en principio, le parece bien. No obstante, el equipo que lidera el socialista Alberto Varela entiende que al aparato autonómico le queda un largo camino por delante para ver plasmado un proyecto que, en opinión de Ravella, debe aclarar cómo mínimo de qué instrumentos se va a valer y, sobre todo, cómo se financiarán este tipo de operaciones.

No hace falta empeñar demasiado el caletre para dar con varios ejemplos de construcciones de alto valor patrimonial que se están viviendo abajo. El listado debería comenzar por el ejemplo de mayor calado: la mansión de los Duques de Terranova (originalmente de Medina Sidonia). Situada en A Comboa, esta muestra del esplendor de Vilagarcía a finales del siglo XIX se está degradando a pasos acelerados. Hace unos años, la mayoría de sus 144 ventanas mantenían su integridad, evitando, al menos, que lluvia y humedad prendiesen en el interior del edificio. Esto ya no es así y es fácil adivinar el desastre que se avecina. Basta con echar un vistazo a su mismo entorno para contemplar la ruina en la que se ha convertido la Casa de Calderón. Claro que quién querría expropiar una edificación semejante. Ya no solo por el precio a pagar, sino, sobre todo, por el elevado coste de mantenimiento que asumiría la Administración. De momento, el colectivo Hispania Nostra incluyó hace unos meses al palacete en sus registros de bienes en riesgo de desaparición.

Además, no hace falta tirar tan alto. Frente a la playa de A Concha se levanta todavía Villa Güimil, que en su día formó parte de un barrio cuya denominación lo decía todo: Prosperidad. Como la casa de la familia Deza, en pleno entorno de Vista Alegre. Ambas son una pura ruina. La propia Casa Becerra, uno de los pocos ejemplos del movimiento moderno en Galicia, podría seguir fácilmente el mismo camino. También sobre ella llama la atención Hispania Nostra. Y qué decir de O Castro, plagado de casas que se están cayendo.

El caso es que Vilagarcía quiso dotarse, hace ahora siete años, de una normativa como la que la Xunta está diseñando. Corrían los tiempos en los que el socialista Marcelino Abuín dirigía la concejalía de Xestión do Territorio cuando Ravella impulsó una ordenanza para expropiar solares sin edificar y construcciones sin ruinas, dando un plazo de dos años a sus propietarios para que desarrollasen sus terrenos o rehabilitasen las viviendas deterioradas. Que se sepa, no llegó a activarse ni en un solo caso.