«Cada tres horas, día y noche, toca el despertador para el biberón»

Antonio Garrido Viñas
antonio garrido VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

CEDIDA

Una de las hembras rescatadas murió el martes y en la Protectora no son optimistas con los demás gatitos supervivientes

18 may 2017 . Actualizado a las 10:33 h.

«Es difícil. Muy difícil». Ángela atiende la llamada de La Voz mientras intenta que uno de los gatitos rescatados el lunes de entre un zarzal coja el biberón y engulla algún alimento. «Lo ideal sería que consumiera cinco mililitros de leche pero me conformaría con que tomara tres», dice. El panorama no es nada halagüeño porque los animales son demasiado pequeños. Fueron abandonados con solo unas horas de vida. Dos de ellos hicieron la deposición del meconio cuando ya estaban en las instalaciones de la Protectora.

La del pasado lunes es la tercera camada de gatos de la temporada que ha aparecido. La primera estaba dentro de un contenedor; la segunda, en una caja de cartón que alguien depositó a la vera de las instalaciones de la Protectora. Allí lo tienen claro: sus madres son gatas domésticas «porque nadie se va a tomar la molestia de quitarle los cachorros a una colonia callejera», razonan.

De la primera, murió una hembra y tres gatitos salieron adelante; en la segunda parece que todos podrán vivir, pero el diagnóstico es mucho más crítico con los recién llegados. «Si tuvieran cuatro o cinco días de vida sería más fácil, pero así es muy complicado», explica Ángela. Complicado y de un alto nivel de exigencia porque los animales requieren de cuidados continuos. «Cada tres horas, día y noche, suena el despertador para darles el biberón», explica. Una botella con agua caliente, que también hay que renovar cada vez que se enfría, ayuda a que mantengan el calor. Eso y un edredón nórdico. Aún así las perspectivas no son nada halagüeñas. Una de las hembras, la de características más atigradas, no pudo superar la primera noche en las instalaciones de la Protectora. Otro macho, al que más le cuesta coger el biberón, tampoco da síntomas que animen al optimismo.

En la Protectora lo tienen claro.. La situación se repetirá porque no hay concienciación en muchos de los propietarios de los animales domésticos. «Volverá a pasar. Estos no nacieron en la calle», insiste Ángela. Y de fondo, mientras su ángel de la guarda contesta al teléfono, se oye al pequeño gatito maullar. Maúlla en lugar de coger un biberón que le permitiría tomar un aliento de vida. Ángela seguirá insistiendo. Cada tres horas.