Las peleas nocturnas se concentran en la TIR y la zona posterior de O Castro

Serxio González Souto
serxio gonzález VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

MARTINA MISER

El Concello solicita a la Policía Nacional que preste una especial vigilancia a estas dos áreas, las más conflictivas

30 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Hubo un tiempo en el que los puños y las patadas parecieron imponerse en determinado locales del complejo lúdico de la explanada TIR. Era frecuente encontrarse con noticias como la detención de tres chavales, en diciembre del 2005, por agredir a otros tres jóvenes, bien entrada la madrugada. Tampoco andaban muy lejos de las veinte primaveras los tres individuos que fueron arrestados poco después, en febrero del año siguiente, por haberle propinado una brutal paliza a un vecino de Carril de 34 años, que tuvo que ser hospitalizado. Ya entonces, quien ocupaba la alcaldía de Vilagarcía, el socialista Javier Gago, hacía un llamamiento a la tranquilidad y ponía sobre la mesa la necesidad de extremar la vigilancia sobre los horarios de apertura como forma de prevenir tanta pelea.

Son dos ejemplos de los muchos que podrían traerse a colación. Las broncas, en realidad, nunca han desaparecido, pero sí dio la impresión de que, con el paso del tiempo, su número e intensidad se habían aplacado. No obstante, los recientes rebrotes que la violencia nocturna parece estar experimentado en la capital arousana despiertan de nuevo, once años más tarde, la preocupación de los responsables municipales. Tanto, que el regidor, el también socialista Alberto Varela, ha solicitado al Cuerpo Nacional de Policía que, en la medida de lo posible, porque los medios y los recursos son los que son, preste una especial vigilancia a las zonas en las que se detecta una mayor conflictividad.

Una de ellas es el complejo de la antigua TIR. En especial, dos o tres locales. Fue allí donde, hace unas semanas, dos chicas se enzarzaron sin que sus acompañantes fuesen capaces de separarlas hasta que una de ellas cayó al suelo, noqueada, y tuvo que ser trasladada al Hospital do Salnés mientras una de sus amigas experimentaba un ataque de histeria. Aquello sucedía minutos antes de las nueve de la mañana de un soleado domingo.

Pocos días más tarde, en plena Semana Santa, otro grupo de chavalas, alguna de ellas menor de edad, se daban de bofetadas, al parecer en disputa por los amoríos de un joven. Era algo más temprano, alrededor de las tres de la mañana, lo que deja constancia de la amplitud de la franja de celebración nocturna.

La concentración de establecimientos y su situación apartada de zonas residenciales hacen de la TIR un lugar propicio para el divertimento hasta altas horas de la madrugada. Pero está lejos de ser el único que registra brotes de violencia. La Policía Local ha detectado que la zona posterior del entorno de O Castro se presta, también, al intercambio de golpes, amplificado por el funcionamiento de un local que, por decirlo de alguna forma, muy poca gente recomendaría a un amigo. De ahí surgió una contundente algarada hace apenas unos días.

A puñetazos en A Laxe

Que las zonas que concentran el mayor número de broncas sean estas dos tampoco quiere decir que las peleas no surjan en otras partes del municipio. La semana pasada, sin ir más lejos, los puñetazos volaron en A Laxe, obligando a intervenir a la policía.

Sanciones constantes por vulnerar el horario de cierre en más de dos horas

No es una fórmula matemática, pero lo parece. Cada vez que surge un problema de violencia nocturna, las miradas se centran en la cuestión de los horarios de apertura y sus límites. Fuentes municipales explican que, en lo que tiene que ver con la TIR, las sanciones sobre los establecimientos más recalcitrantes, con excesos superiores a las dos horas, son constantes. Los incumplimientos del momento en el que los pubs deben cerrar sus puertas, aseguran las mismas fuentes, se repiten una y otra vez sin que las multas acaben de controlar una situación que el peculiar estatus del complejo lúdico -a caballo de las competencias de la Xunta y el Concello y las atribuciones de la Autoridad Portuaria, propietaria de este espacio- no ha contribuido, precisamente, a aclarar.