«Como y pinto en el mismo sitio»

VILAGARCÍA DE AROUSA

Mónica irago

El pincel geométrico de Mejuto está de vuelta. Su «Rúa da Torre, 39» se abre al público esta tarde, en la sala Rivas Briones

18 mar 2017 . Actualizado a las 13:13 h.

 Hoy • 20.30 horas • Sala Rivas Briones • Vilagarcía • Han transcurrido quince años desde su última incursión en la Rivas Briones. Tiempo suficiente para que hayan sucedido muchas y variadas cosas en el particular universo creativo de Vítor Mejuto.

-¿Por qué «Rúa da Torre»?

-Es mi estudio de A Coruña. De hecho, la portada del catálogo es la fachada. Como y pinto en el mismo sitio, como cuando era un chaval. Cuando invito a alguien a comer, retiro los tubos de pintura y pongo el mantel.

-¿Qué hay del menú?

-Es el trabajo de los dos últimos años, perteneciente a dos series. El «Tratado enciclopédico de sastrería», que se corresponde con el políptico que hemos colgado, está inspirado en el libro de patrones del sastre de Alfonso XIII. Cuando cerré esta serie, después de la exposición «El corte moderno», del año pasado en la galería Monty 4, me sumergí en unas variaciones de cuadros del Prado.

-De ahí surge una peculiar «Rendición de Breda», ¿no?

-Sí, la «Rendición cuadrada de Breda». Pero también «La caída de Ícaro», un tema recurrente en mi obra, o «El descendimiento», de Van Der Weyden. Y tengo una deuda pendiente con las Meninas.

-¿Con las Meninas?

-Desde que Picasso las tocó, todo ha ido a peor con ellas. Demasiado manoseo. Tengo ganas de darles el día libre a las Meninas. Si prescindes de ellas te quedas con un cuadro geométrico, las perspectivas, el caballete...

-Da la impresión de que en esta «Rúa da Torre» habita un Mejuto distinto. Tal vez en el tratamiento del color...

-No en el tratamiento del color. Pero el estudio sí ha influido en el formato. Son obras más pequeñas, más íntimas. Lo que es nuevo es la figuración, que se muestra sin disimulo. El rigor es algo excelente para algunas cosas, pero empobrece el trabajo en otras. Creo que hay que ser flexible y divertirse. A menudo, los pintores geométricos parecen sacerdotes de una religión a la que el público no llega.

-Una liturgia de la que, sin embargo, has participado a fondo, excluyendo esa figuración.

-Descartándola, sí. Pero una vez la Fundación Valle-Inclán me encargó un cuadro. Lo hice con Max Estrella. Y el hecho de trabajar ese tema me obligó a salir de mi zona de confort. Traducir formas que no son tuyas a tus propios registros resulta muy estimulante. Insisto, además, en que es necesario divertirse.