Cuatro días de lluvias llenan el embalse a rebosar

Serxio González Souto
serxio gonzález VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

La presa de Vilagarcía se hallaba a un tercio de su capacidad antes del temporal; ayer le faltaban 20 centímetros para alcanzar su tope

07 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La última lectura de Augas de Galicia data del 30 de enero. El nivel de ocupación del embalse de Castroagudín se limitaba, entonces, a un 36,68 %. En Galicia, solo las presas de A Fervenza, en el Xallas, y Portodemouros, en el Ulla, arrojaban peores datos que la de O Con. Nada cambió excesivamente hasta que la lluvia retornó, en serio, el jueves. Cuatro jornadas de precipitaciones en condiciones han bastado para llenar su cuenca prácticamente hasta los topes. Superadas las borrascas del fin de semana, ayer apenas faltaban 20 centímetros para que el agua comenzase a rebosar. Algo que Espina & Delfín, la compañía que gestiona el servicio de abastecimiento en Vilagarcía, calcula que sucederá en cuestión de horas, a poco que las lluvias mantengan cierta intensidad, tal y como auguran las previsiones meteorológicas.

«Eu nacín aquí e sei ben do que falo; este monte bota moitísima auga», indica un vecino de Castroagudín que ha aprovechado un paréntesis entre chaparrones para acercarse al embalse. Resulta difícil rebatir sus razones, a la vista de que el nivel del agua roza ya las cinco compuertas que se instalaron en el 2013, cuando el funcionamiento de esta infraestructura por fin se automatizó. Hasta entonces, una serie de tablas que se colocaban y se retiraban manualmente eran lo único que permitía desahogar la presión sobre la presa cuando era necesario. Ahora se encarga de ello un sistema que, verdaderamente, permite intervenir sobre el volumen de agua. Con la sequía invernal, las compuertas apenas habían sido necesarias. La secuencia de temporales ha conseguido en un puñado de días lo mismo que un invierno normal.

56 años de infraestructura

La automatización del embalse no se ha realizado, precisamente, sin tiempo. La presa de Castroagudín fue inaugurada en 1961, lo que quiere decir que cuando se implantó el sistema de regulación había cumplido ya 51 largos años. En su modernización tuvieron mucho que ver las salvajes inundaciones de noviembre del 2006, en las que el río de O Con se desbordó sobre el centro de la capital arousana. La rumorología comenzó a hacer de las suyas, y en Vilagarcía se escuchó por aquel entonces que alguien había abierto las compuertas de Castroagudín. Algo del todo punto imposible, por la simple razón de que las compuertas no existían. El agua, corriendo libremente sin que el suelo, arrasado por los incendios de aquel verano, pudiese absorberla, superó, sencillamente, las paredes exteriores del embalse. El resto es la historia de una catástrofe.

La inversión en Castroagudín ascendió a 1,7 millones de euros, en su mayoría de fondos europeos. Blindar Vilagarcía frente a las inundaciones exigirá al menos 8 millones más, que Augas de Galicia debe poner sobre la mesa.