El Doce sigue dando la lata

Antonio Garrido Viñas
antonio garrido VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

m. miser

En 1998 pegaron el pelotazo vendiendo cajas de preservativos; ahora se lanzan a las conservas

19 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Clubes como El Doce probablemente sudan más fuera de la pista que dentro de ella. Sudan para conseguir los alrededor de cuatro mil euros que necesitan, -«que nos estafan», apuntan desde la directiva- para participar en una competición en la que los desplazamientos son relativamente cercanos. A Santi Posada, directivo del club desde su fundación, le hierve la sangre cuando habla del asunto. Y seguramente no le falta razón. «Llegaron a haber quince o dieciséis equipos, con dos grupos, y ahora somos diez. Y lo peor de todo es que nadie pregunta cuando algún club se va. Nadie pregunta por qué se va», subraya.

El asunto es que para conseguir esos cuatro mil euros, además de la imprescindible colaboración de los jugadores (que aportan una cuota mensual de veinte euros), hay que romperse la cabeza buscando iniciativas originales para conseguir llamar la atención. Y en El Doce, imaginación sobra. Lo demostraron allá por 1998, cuando su iniciativa de vender cajas de preservativos con el logo del club fue todo un éxito que dejó, es de suponer, satisfechos tanto a los vendedores como a los ilusionados compradores. Las ventas superaron, de largo, el millar de unidades.

Ahora se han lanzado a la conserva. En realidad, la iniciativa de vender las latas ya la idearon el año pasado. Fueron cerca de ochenta cajas. En este la han mejorado. La oferta alcanza ahora dos productos: mejillones y atún. A un precio casi irrechazable: 25 euros por 25 latas. «Y este año supongo que vamos a vender más», asegura Santi Posada. El margen que tienen es de cinco euros por caja.

Santi es muy crítico con lo que él entiende como la deriva en la que está inmerso el deporte que le gusta. «Yo estoy a favor del deporte base, claro que sí, pero el problema es que ahora el deporte base se entiende como un negocio. Ahora vive mucha gente de eso. Se dedican a fabricar dos mil millones de jugadores hasta que tienen 18 años y después se quedan con tres. ¿Y los demás? ¿Qué hacen?», se pregunta.

«No son buenos tiempos para los clubes pequeños», sentencia Santi. El Doce, que ya superó la treintena, probablemente aguantará mientras dure la ilusión de quien puede dedicar varias mañanas a tramitar papeles para conseguir una subvención de trescientos euros, que complete lo que se ingresa por las latas.

Aquel balón que botó entre Caldas y Vilagarcía sin parar

Al margen de las ideas para conseguir el dinero necesario para poder competir, El Doce se ha caracterizado por realizar toda una serie de iniciativas en las que ha desbordado imaginación. La más destacada últimamente sucedió hace poco más de dos años y para celebrar el trigésimo aniversario del club.

La familia del CB El Doce se propuso llevar botando un balón desde Caldas, donde nació el club, hasta el pabellón de Fontecarmoa, donde ahora juega sus encuentros. Se lo propuso y lo consiguió gracias a la colaboración de mucha gente. Fue un tiro libre de Pedro el que dio el pistoletazo de salida a la ruta, con Modesto, el eterno presidente, como primer relevista siguiendo la furgoneta (furgoneta-discoteca, todo hay que decirlo) que guiaba el camino.

Aquel día quisieron los responsables del club que se convirtiera en un homenaje a todos los lugares donde disputó sus partidos y por eso hubo también parada en Portas. A partir de ahí se encaminaron hacia Vilagarcía y, al llegar tras superar el duro tramo final de la cuesta que lleva al pabellón, apareció el premio. En el pabellón dos se estaba disputando uno de los encuentros del torneo social que cada año organiza el Liceo. Sus protagonistas lo detuvieron para que se lanzara el tiro libre final. Todo un gesto de respeto a un club especial.