El incendio de Xiabre provocó unas pérdidas directas de medio millón

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

martina miser

A esa cantidad hay que añadirle la devaluación del precio de la madera quemada

29 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El 8 de agosto, el fuego volvió a Xiabre. Los comuneros de Castroagudín contemplaron entonces, impotentes, cómo las llamas engullían 123 hectáreas de su titularidad, un 20 % de la superficie de monte de la que son responsables. Impulsado por el viento, el incendio avanzó rápido, arrasando a su paso la vida, los árboles y la inversión realizada por la comunidad en la zona, que ya había ardido en la gran oleada de ceniza y sufrimiento del 2006. Los responsables de la directiva calculan que, en los últimos diez años, se había invertido en ese espacio alrededor de medio millón de euros. «Pensa que nós temos que dedicar ao mantemento do monte un 40 % dos beneficios que obtemos, e hai anos nos que investimos practicamente o cen por cento», explica Luis Piñeiro.

Y en la zona que ha ardido, los comuneros de Castroagudín habían trabajado mucho. Se nota incluso después del paso del fuego. Los árboles, convertidos en sombras por efecto de las llamas, se ven perfectamente alineados, formando inmensas filas fantasmales. No es fruto de un capricho del paisaje: habían sido plantados, en perfecto orden, tras los incendios del 2006. Entre ellos, en el suelo, ya están creciendo los helechos y los tojos, una sorprendente nota de verde en medio de tanto negro. Su presencia demuestra, explican desde la comunidad, que «non hai a capa de cinza que había hai dez anos, por exemplo», señalan los comuneros. Y si no la hay es porque el monte, antes de arder, estaba limpio, ordenado. Como debe estar el monte.

Para alcanzar ese estado, fue necesario realizar repoblaciones para olvidar el fuego del 2006, y abordar constantes trabajos de mantenimiento. Para ello, la comunidad mantiene a dos personas trabajando permanentemente en el monte, pendientes de todos los problemas. «E cando se fan cousas programadas máis grandes, contrátanse empresas», explican desde la directiva.

Y el lucro cesante

Sumando, sumando, sale ese medio millón de euros de inversión que, por culpa del incendio del 8 de agosto, se ha ido al infierno. Y nunca mejor dicho. A esa cantidad hay que sumar, aún, el lucro cesante. Y es que el incendio obligará a los titulares del monte a talar los árboles quemados y a venderlos por mucho menos dinero del que recibirían si la madera estuviese en buenas condiciones. «Calculamos que nos van pagar entre sete e oito euros a tonelada, pero encargándose os compradores de facer todo», explica Julián Abuín, el presidente de los comuneros. Si el fuego no hubiese pasado por Castroagudín, cada tonelada podría haber salido al mercado por más de treinta euros.

Con el monte limpio de madera, llegará la hora de volver a pensar en el futuro. Los comuneros de Cea y Castroagudín cruzan los dedos: a ver si la naturaleza les echa una mano. «Se chove un pouco e o piñón cae, para o ano poderiamos ter piñeiros naturais medrando», calcula Luís Piñeiro. Julián niega con la cabeza. «Pero non nos vai valer para todo o monte», sentencia el veterano comunero de Vilagarcía.

El fuego del 8 de agosto devoró el

20 % del monte

de la comunidad

de Castroagudín