A Compostela despierta razonablemente limpia tras el fuego purificador

Serxio González Souto
Serxio González VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

El operativo especial funcionó con puntualidad británica y recogió los restos del naufragio festivo desde las siete de la mañana

25 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Es mediodía en la playa de A Concha-Compostela. Doce horas antes, la fenomenal parranda de San Xoán alcanzaba su momento culminante. Decenas de hogueras sembraban de luz los dos kilómetros de arenal que separan el centro de Vilagarcía de Carril. Olor a sardina y a churrasco. A vino, cerveza y licor café. El plástico, las botellas y los tocones carbonizados son el enemigo. Las llamas no acaban con todo, claro, y la oscuridad ofrece el mejor camuflaje para que la basura se eche a dormir allá donde caiga y el amanecer descubra un paisaje de suciedad a orillas del mar de Arousa. No todo el mundo se comporta como una partida de cernícalos sedientos. No falta quien atienda los consejos del Concello de Vilagarcía y de su propia sensibilidad, conciencia o como quiera llamársele. Hay gente que recoge escrupulosamente los restos del naufragio festivo, desde las espinas y los huesos mondos y lirondos hasta los vasos de plástico con los que brindó de madrugada. Sin embargo, cualquiera convendrá en que este encomiable proceder está lejos de haberse generalizado en esta esquina del planeta. Así que el temor a que la playa se desperece transformada en cuchitril está justificado

Sin embargo, no es así. Son las doce y los bañistas han tomado posiciones hace ya un rato. Así, a ojo, tras un primer vistazo general, todo parece razonablemente limpio. La inspección detallada de algunos de los enclaves que la noche anterior hervían de bullicio confirma la impresión inicial. En Carril, solo un tono negruzco constituye la huella de la clásica cachada de A Cobacha. El pinar de A Concha está niquelado, que diría aquel señor que fue candidato a la presidencia de la Xunta. Aquí al lado ardió el tremendo fuego de Zona Aberta y Ahituvi. También el de la fiesta que organizó el BNG. Como en la arena carrilexa, únicamente queda de todo ello una sombra oscura. Hacia la mitad de la playa, el único fallo: un puñado de brasas no han sido recogidas. Cierto que algún vaso pulula por ahí, al igual que papeles y envoltorios. Pero no se trata de nada que no se pueda ver todos los días aquí y allá. El guarro que casi todos llevamos dentro. En definitiva, poco que ver con San Xoán.

Lo cierto es que el buen aspecto que ofrece la playa no es producto del azar ni de un súbito despertar de la conciencia colectiva. El concejal Lino Mouriño programó un operativo especial que a las siete de la mañana colocó en A Compostela tres vehículos y ocho operarios de la empresa que gestiona el servicio municipal de limpieza, Cespa. Los trabajadores recorrieron la playa a pie. Una máquina específica cribó la arena en busca de los residuos más pequeños. Una mini pala y un camión cisterna completaron la flota. Así que, como en el anuncio, brillante, cabo.

Los bañistas pudieron acudir a su cita sin tener que caminar entre basura y botellas