Los problemas del terreno y la sustitución de la fachada consumieron un millón de euros

La Voz

VILAGARCÍA DE AROUSA

09 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Apenas había colocado el conselleiro Xosé Cuíña su primera piedra, en noviembre del año 2000, cuando el auditorio de Vilagarcía comenzó a generar problemas. Las características endebles del terreno sobre el que se estaba construyendo el edificio, el relleno de un espacio que desde siempre había ocupado el mar, obligó al arquitecto César Portela a modificar el proyecto. Todo aquello acarreó un notable retraso en el inicio real de las obras. Y, por supuesto, también un encarecimiento de su ejecución, que de los 5 millones de euros presupuestados inicialmente pasó a 5,5 millones como por arte de ensalmo.

El 29 de octubre del 2003, prácticamente tres años después de aquella tambaleante piedra primeriza, el complejo cultural abría por fin sus puertas. Sus datos hablaban de un equipamiento a lo grande. Un salón principal con capacidad para 754 espectadores, escenario con foso para orquestas, una sala de conferencias que podía albergar a 162 personas, seminarios, aulas y un sótano muy amplio por desarrollar.

Por desgracia, las incidencias cobraron la misma dimensión que las prestaciones del edificio. No habían transcurrido todavía cinco años y el Concello se veía obligado a precintar el exterior del gran prisma. Las piezas de pizarra verde que configuraban la fachada se estaban desprendiendo. Tras una serie de gestiones, el Concello convence a la Xunta, que al fin y al cabo había encargado el proyecto y contratado y financiado las obras, de que sufrague la reparación. Se habló de otro millón que finalmente se quedó en 549.937 euros. Las losas, degradadas por la humedad y la corrosión del salitre, fueron sustituidas al completo por otras de mayor calidad. En el 2008 se inauguraban los locales de ensayo, gracias a la inversión de 84.696 euros de dineros autonómicos. Ravella gastó otros 9.000 en protegerlos de unas filtraciones que ahora retornan.