Tania García exhibe correos y su factura de teléfono para acusar a EU de no haber querido negociar
VILAGARCÍA DE AROUSA
Merece la pena detenerse en las palabras de un Tomás Fole crecido. «Esto es un fracaso absoluto de la izquierda y del gobierno, que se cansó de hablar de pluralidad pero obvió desde el primer momento al principal grupo de la oposición. No le echen la culpa a los demás de su propio fracaso, la imagen de Vilagarcía es culpa del gobierno y de los -aquí se dirigió a las fuerzas de la izquierda- cobardes que se encerraron en una rabieta continua sobre el sueldo y sobre nada más».
El exalcalde se permitió ironizar con el «glamur de diputado del señor Fajardo» y anunció que el acuerdo incluye la realización de obras como los parques infantiles de O Castriño y A Compostela, que el PSOE había descartado, e incluso que se extiende a la colocación definitiva del célebre obelisco. Lo que, en realidad, equivale a anunciar que la columna será instalada en la plaza de Galicia, tal y como él mismo ordenó días antes de dejar la alcaldía.
El protagonismo, con todo, giró de inmediato hacia García. «A acta do pleno reflexa o 6 de xullo que vostede dixo que non fixera propostas; aquí teño un correo electrónico das 0.45 horas no que si fai unha proposta e pide representación no Porto, na mancomunidade, en Fexdega», le reprochó la portavoz socialista a Esquerda Unida, poniendo a disposición de quien desee comprobarlo los correos y las facturas de su teléfono, «con doce chamadas perdidas a Fajardo que nin respostou, pregándolle que se sentase a falar». Lo mismo, asegura, le sucedió a Varela: «Falan de coherencia, pero no Parlamento séntase unha persoa que cobra moito máis do que vai cobrar o alcalde -obviamente por Fajardo- e AGE ten seis asesores».
El propio regidor defendió el trabajo de su equipo y retó a alguien, claramente a EU, «a que explique porque dicía unhas cousas en privado e outras en público». Cree Alberto Varela que «outros non votaron a favor por cuestión de imaxe», en referencia al BNG. El alcalde, por último, sostiene que los salarios aprobados son «dignos por un traballo arreo».
una sesión conflictiva