Resulta de justicia reconocer, ahora que la alta velocidad llega a Vilagarcía, que la colocación de la primera piedra de esta obra, el primer paso para llegar a disfrutar de un servicio de transporte de tanta calidad, aconteció el 15 de septiembre de 1873, fecha de inauguración del Ferrocarril Compostelano de la Infanta Doña Isabel, que unía Santiago de Compostela y Santiago de Carril. Por ello, por historia, por tradición, por derecho, resultaba inconcebible imaginar que la alta velocidad del Eixo Atlántico no tuviese su punto de encuentro con los arousanos en la estación de Vilagarcía de Arousa, cuyo tráfico anual asciende a más de medio millón de pasajeros.
Nuestra ciudad, de este modo, se consolida todavía más como capital de Arousa, comarca y ría, y con la alta velocidad por ferrocarril, dos aeropuertos a 45 minutos y un puerto de interés general, como atractivo municipio para vivir e invertir, tan cerca de todo y de todos, en un mundo en el que las distancias no se miden en kilómetros, sino en tiempo. Aprovechar estas condiciones en el futuro depende de que dirigentes y emprendedores estén a la altura de las circunstancias, lo que exigirá un esfuerzo mayor y más acertada gestión pública y privada, sobre todo por parte de los primeros, que parecen empeñados en demostrarnos, un día sí y otro también, que no están sobrados de cualidades para tan importante labor.
Compromiso cumplido
Hace unos años, siendo alcalde, después de una visita al Ministerio de Fomento, afirmé que traía de vuelta el compromiso de sus responsables políticos de que la alta velocidad llegaría a Vilagarcía, y me alegra comprobar que, a pesar de los agoreros y escépticos de siempre, la promesa se convirtió en realidad, y que la cantinela de la herencia recibida, en este y en muchos más casos, solo esconde el ánimo de no reconocer el trabajo previo de quienes abrieron el camino al progreso presente y futuro.