Despertando el interés por una pala

Pablo Penedo Vázquez
pablo penedo VILAGARCÍA / LA VOZ

RIBADUMIA

El Club Ribadumia de Tenis de Mesa trabaja a fuego lento su modesta cantera desde hace 8 años

22 mar 2015 . Actualizado a las 05:05 h.

A José Antonio Sanmartín Gil tres infartos cerebrales sucesivos le cambiaron la vida. Guardia Civil de profesión, un problema congénito lo mandó al retiro con una minusvalía reconocida del 85 %. Su fuerza de voluntad y el tenis de mesa le llevan a decir hoy, más de una década después de aquel incidente, que «estoy perfecto. Prácticamente curado, aunque medio ciego». Tras 21 días en coma y una hemiplejía en la mitad izquierda de su cuerpo, este pontevedrés afincado desde hace 7 años en Ribadumia encontró en su pasión por el deporte el camino para recuperar en buena medida parte de la salud que durante años se le fue escurriendo en silencio a través de una arteria en mal estado hasta acabar en el gran susto. «El tenis de mesa era el único deporte que me dejaban jugar los médicos, porque no pasaba de las 150 pulsaciones por minuto», comenta Sanmartín. «A raíz de ahí me dediqué en cuerpo y alma a él». Y de esta forma un golpe de infortunio sirvió en poco tiempo de origen al Club Ribadumia de Tenis de Mesa.

«Conocía al presidente del Monteporreiro, Emilio Gómez, de mi época en el Ejército, y su hijo y él me ayudaron a empezar». Entre lo que le enseñaron ambos y lo que José Antonio Sanmartín aprendió, el presidente y entrenador del Ribadumia T.M. empezó hace 8 años a dar clases en la localidad de la que es su segunda mujer, en la que no tardó en afincarse. En primera instancia, con el apoyo del gobierno local de Salomé Peña, para trabajar hoy prácticamente por amor al arte, destaca Sanmartín, quien lamenta la falta de respaldo, sostiene, que su deporte recibe por parte del Concello.

Junto a Javier Ramallo, Álex Moledo y su hijo Marcos Sanmartín, José Antonio montó el club, que llegó a militar en la Segunda Nacional. Una categoría en la que no se pudo sostener. «El primer año pagué yo los gastos, el Concello solo nos dio 300 euros», manifiesta.

Con dos equipos en la actualidad, en Primera y Segunda División Gallega, el Ribadumia T.M. se fija hoy por hoy como gran reto «formar niños». Con tal fin, Sanmartín mantiene el programa Vamos a Jugar para chavales de 3 a 10 años. Una iniciativa con la que pretende «no solo formar buenos deportistas, también personas», convirtiendo el tenis de mesa en una afición familiar. De ahí que, explique el responsable de la entidad, sean muchos los padres de la quincena de jóvenes promesas del club los que formen su cuerpo de monitores.

Su hijo por bandera

A largo plazo el gran reto de Sanmartín es «convertir a nuestras prebenjaminas y benjaminas en jugadoras de Superdivisión». Tiempo tiene, apunta. Y también un espejo en el que animar a mirarse a sus pupilas, con su propio hijo Marcos compitiendo en la División de Honor con 20 años en las filas del Arteal y tras ayudar antes al ascenso del Bembibre.