Casi 1.200 profesionales estarán activos en la lucha contra los incendios

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTECESURES

capotillo

Arousa y Pontevedra contarán con un total de seis puestos de vigilancia fija a mayores de la base aérea de Marcón

25 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El olor a quemado impregnaba ayer buena parte de la geografía gallega. Eran las secuelas de un fuego amigo, el que ilumina la noche más corta del año, la de san xoán. Pero, desafortunadamente, la tierra meiga está más acostumbrada a otro tipo de llamas, a llamas enemigas. Son, cómo no, los incendios forestales. Buena parte de los concellos de la provincia de Pontevedra, entre ellos casi todos los de la comarca pontevedresa y la arousana -solo quedan fuera Moraña, Cuntis, Campo Lameiro, Ribadumia y Pontecesures- están catalogados como de alto riesgo de fuego. Precisamente por ello, y tal y como se especifica en el Pladiga -el plan autonómico antiincendios-, la Xunta hará una vigilancia especial en estas zonas. Según las previsiones autonómicas, en la primera línea de lucha contra la gran lacra negra del monte y cuando el riesgo sea alto, en la provincia de Pontevedra habrá alrededor de 1.200 profesionales. Son la barrera humana para proteger el territorio provincial.

Ese número, el de 1.200 profesionales, es ligeramente superior a los datos que se manejaban el año pasado. De estos trabajadores, un total de 485 pertenecen a la Xunta. Luego, 146 personas sonde la empresa pública o pertenecientes a medios aéreos y la mayor parte, un total de 566 activos, los aportan los concellos, los Grupos de Emerxencias Supramunicipais (GES) o de los parques comarcales y municipales de bomberos. Así se juntan los 1.200 citados que actuarán cuando la situación sea de alto riesgo. Si la situación es de bajo riesgo, el personal con el que contará la provincia será de 468 personas y, si es de medio, serán 596 profesionales.

Brigadas y medios

En cuanto a las brigadas, el número que corresponde a la provincia pontevedresa en caso de alto riesgo de incendio es 121. La mayor parte las aportan los concellos. Y lo mismo pasa con los medios materiales. Por ejemplo, de las motobombas que se desplegarán por la provincia un total de 40 pertenecen a la Xunta y 42 son municipales, de los GES o de los parques de bomberos. Siempre si la situación es de alto riesgo, habrá tanto medios aéreos autonómicos como de carácter estatal.

Dado que casi todos los concellos están catalogados como de alto riesgo, la vigilancia debe ser intensa. En Pontevedra y Arousa se hace, inicialmente, desde seis puntos fijos. Están ubicados, lógicamente, en lugares estratégicos: en Caldas (, en Xiabre), en Cotobade (en la parroquia de San Miguel de Carballedo), en Cuntis (en Xesteiras), en Meis (en Castrove), en Ponte Caldelas (en la parroquia de Santa Eulalia) y en Vilaboa (en Cobres). Se completan estos seis puntos con la base aérea ubicada en el concello pontevedrés, concretamente en la parroquia de Marcón. Este lugar dotado de medios aéreos le da cobertura tanto al área de Pontevedra como a la de O Salnés. Las otras dos que hay en la provincia están ubicadas en los municipios de Mondariz y en Silleda.

¿Hay algún lugar específico donde la vigilancia vaya a ser más intensa? Sí. La Xunta tiene una relación de parroquias de alto riesgo incendiario, que están catalogadas de esa manera bien porque tuvieron un alto número de fuegos en los últimos años, bien porque los focos que hubo fueron de una virulencia descomunal. En Arousa y Pontevedra únicamente hay una parroquia en esa clasificación. Es la de san xoán de Poio. Si se cumple el plan autonómico, el Pladiga, la vigilancia en esta zona tendrá que ser «especialmente exhaustiva».

Una década del año negro

El año pasado había más parroquias en esta tesitura. Se cayeron de la lista Saiar, en Caldas y Xesta, en A Lama. Este verano se cumplen diez años del verano más negro de la historia reciente; el del año 2006, cuando los montes de Arousa y Pontevedra, como buena parte del resto de la Galicia verde, ardieron. Las cicatrices de las llamas todavía perduran una década después de aquel horror de ceniza y humo.