Una de las herencias de Fole para quien lo sustituya al frente del partido de la gaviota

s. g. VILAGARCÍA / LA VOZ

O GROVE

19 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La referencia es abril. Antes de que el mes primaveral por excelencia concluya, el PP de Vilagarcía debe contar con nueva ejecutiva y nuevo presidente. Así lo anunció hace apenas unas semanas el máximo responsable de la gaviota en la provincia de Pontevedra, Alfonso Rueda, en su última visita a O Grove. Más allá de las muchas circunstancias externas que el sucesor de Tomás Fole tendrá que pulir para que la formación popular recupere el vigor perdido, tras su errático paréntesis de cuatro años en Ravella entre gobiernos socialistas, la reactivación de Ivil le impone un incómodo deber pendiente a quien los militantes sitúen como su número uno: coser una herida que sangra desde hace 19 largos años.

Aun cuando esa reanimación independiente no pase de un arreón, el fantasma de la división ante las urnas será difícil de conjurar para una parroquia conservadora necesitada de referentes sólidos para superar el batacazo electoral del 2015. Pudo haberse hecho mucho antes. Por las razones que fuese, en realidad nadie invitó a los riveristas a sentirse como en casa en la sede de la calle Castelao. Ni hubo intentos serios de integrar a alguien más que a Cholo Dorgambide, que nunca llegó a militar en Ivil, en aquella candidatura, ni se contó con ellos más que para trotar las pistas del rural cuando la cercanía de las elecciones apretaba. El consuelo pasa por el naufragio de Ciudadanos en Vilagarcía, antes incluso de salir a pescar. Si lo hay, el contrincante por la diestra será, al menos, el viejo enemigo de siempre.