Una vida con la cámara al cuello

marina santaló VILAGARCÍA / LA VOZ

O GROVE

MONICA IRAGO

Este fotógrafo inquieto es el alma de una exposición solidaria de artistas de toda Galicia

10 dic 2016 . Actualizado a las 13:03 h.

Este mes de noviembre hace 26 años que José Luiz Oubiña llegó desde Curitiba, Brasil, a Galicia. La primera parada de él y su mujer fue en O Grove, donde pasaron la Navidad con su abuela. Desde allí se mudaron a Pontevedra y, a los tres años, ya estaban instalados en Vilagarcía. Todo este recorrido por la tierra de su padre, que emigró en su juventud, lo hizo acompañado de su cámara fotográfica. Posiblemente, uno de sus bienes más preciados. «La primera que tuve me la regalaron mis padres a los seis años», cuenta. A los doce, convirtió el baño de su casa en un laboratorio. Con los años, esta afición se convertiría en su trabajo. «Es un verdadero placer poder vivir de ello, un regalo que me dio la vida», señala. Una fortuna que vino de la mano de una apuesta. De entre los tres frentes a los que dedicó su vida cuando aún vivía en Brasil, hubo un momento en que la imposibilidad de multiplicar el tiempo le obligó a elegir. A decantarse.

«La fotografía lo abarcaba todo. A través de ella podía abarcar el baile, la pintura o el teatro», señala. Se licenció en Educación Artística, la titulación que se exige en Brasil para ser profesor de arte. Llegado el segundo ciclo, apostó por especializarse en artes plásticas. Al terminar, ejerció dos años de monitor de fotografía. «Es el puesto que acompaña al profesor titular», explica. Una oportunidad que le abrió las puertas del laboratorio y le ofreció los contactos de las personas que pasaban por allí. Comenzó a jugar a tres bandas: tocó la armónica profesionalmente durante diez años en la Orquestra Harmônicas de Curitiba, participó en un grupo de teatro y mantenía su afición por la fotografía. «Cuando llegó la hora de decantarse, ya empezaba a ganar dinero con ella», explica.

Aunque el resto de artes siguen siendo parte de su vida, su proyección profesional en Galicia ha estado sujeta a una cámara. Trabajo durante años en medios de comunicación, hasta que hace tres decidió dejar el fotoperiodismo a un lado y centrarse en el estudio de fotografía que había inaugurado. Pronto, sumó a este proyecto una escuela con la que descubrir a los interesados los secretos de su bien más preciado. En ambas tareas sigue inmerso, teniendo ya fecha para el nuevo curso: la segunda quincena de enero. «Los cursos son de diez horas y hay siempre dos modalidades. La primera de lunes a viernes en horario nocturno y, la segunda, un intensivo de fin de semana», dice.

Sobre la necesidad de una buena cámara para lograr las mejores fotografías, afirma que «lo importante es quién está detrás de ella». «Hay que aprender a observar, tener la curiosidad de un niño es fundamental. Ser fotógrafo es leer un libro, escuchar música o ver una película. Todo ello contribuye a abrir los ojos. Te cambia la mirada y, con ella, la fotografía». Resume así la visión de la profesión que le apasiona. Pone un ejemplo para garantizar que no se trata de palabrería: «Tuve un maestro francés, cuyo trabajo, reconocidísimo, está hecho con cámaras de plástico».

A pesar de que ambos proyectos le entusiasman, no son suficiente para calmar sus inquietudes. Desde el 2008 organiza el Festival Proxecta, en Cambados, la segunda quincena de agosto. Coincidiendo siempre en medio el día mundial de la fotografía, el 19. Charlas, proyecciones y un mercadillo de objetos relacionados con la fotografía son parte de un evento en el que también se expone las imágenes del premio de fotografía más importante de Portugal, Estaçao Imagem. En el primer trimestre del próximo año publicará un libro sobre el albariño junto al colaborador de La Voz Carlos Crespo y estos días se encuentra sumergido en la iniciativa solidaria Caritarte. Aunque eligió la fotografía para frenar el ritmo, la verdad es que no para quieto.

Una escultura con firma ourensana, la pieza más cara de las 89 que forman la muestra

Como acostumbra a pasar con las buenas ideas, Cariarte crece en cada edición. El evento solidario dio ayer el pistoletazo de salida con la inauguración de una exposición que cuenta este año con 89 obras. Pintura, fotografía y escultura se entremezclarán hasta el próximo 8 de enero en la Sala Rivas Briones (Vilagarcía). Son principalmente obras de autores locales pero pueden verse también de otras comunidades e, incluso, de Portugal. Al igual que el origen de los artistas, el precio de las obras es también de lo más variado. «Para todos los gustos y para todos los bolsillos», resumió ayer la concejala de cultura, Sonia Outón. La más económica cuesta 15 euros, mientras que la más cara asciende hasta los 1.800. Se trata de una escultura (Universo I) del ourensano Xaime Fuentes.

Exponen también los artistas vigueses Yolanda Carbajales, Álex Vázquez y su hija Amelia Palacios, conocidos por su vinculación con el mundo de la camelia. De Vilagarcía, hay una larga lista, entre los que se encuentran Xurxo Alonso, Uxío López y Guillermo Pedrosa. La cambadesa Martina Miser contribuye con la fotografía de un amanecer. Otra de las obras es de Diego López, fundador de la solarigrafía, un sistema fotográfico que registra el movimiento del sol sobre la bóveda terrestre. Puede presumir también de haber trabajado con Pedro Almodóvar.

El 50 % de las ganancias por la venta de cada obra irá destinadas a Cáritas Interparroquial. Si se sigue la costumbre de los años anteriores será más. «El 80 % de los artistas, donan todo», señala José Luiz Oubiña. Por su parte, Francisco Fernández, responsable de Cáritas, afirma que «estamos encantados».