La amplia entrada a la meca del turismo arousano

Rosa Estévez
rosa estévez O GROVE / LA VOZ

O GROVE

MONICA IRAGO

El único acceso a O Grove es magnífico para coches y motos, pero los peatones y los ciclistas no tienen garantizado su sitio

20 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Llegar a O Grove supone afrontar una paradoja viaria. La autovía do Salnés acaba en Sanxenxo, kilómetros antes de que el mar de A Lanzada se muestre ante los ojos de los conductores. Tras las ajustadas medidas de ese último tramo y después de pasar por el embudo que supone la llegada a la playa, los conductores vuelven a encontrarse, ya en el istmo, con cuatro carriles de circulación. Un pequeño corredor hacia ese paraíso estival que es la península meca, el lugar elegido por miles de personas para pasar sus vacaciones o para disfrutar, al menos, de una jornada de playa.

Ponemos el contador a cero cuando salimos de la Vía do Salnés. Tras superar una primera rotonda, atravesamos un trozo de carretera estrecho y que se antoja peligroso por el intenso tráfico de bañistas que registra. En ese punto, muchas de las personas que se acercan a pie al arenal más emblemático de Galicia cruzan la calzada pese a no existir un paso de peatones. Además, es un rincón elegido por bastantes conductores para abandonar sus vehículos durante las horas de arena y mar.

Tras pasar ese embudo y rodear una nueva rotonda, nos adentramos en los cuatro carriles. El firme supera el aprobado. A fin de cuentas, antes y después de la Semana Santa se acometieron obras de mejora en esa vía, con el asfaltado de las rotondas que se completó, a las puertas del verano, con el de los carriles. De aquellos trabajos quedan aún algunas señales, como la grava que aún puebla los arcenes y que, en algunos puntos, forma una capa copiosa.

Aún hay más rotondas en nuestro camino. Todas aparecen ante nuestros ojos bien cuidadas, con la hierba cortada y hasta adornadas con flores y plantas. También se ha cortado la hierba en la mediana que separa los dos sentidos de circulación. A nivel de suelo, unas placas de iluminación pasiva marcan el círculo que deben rodear los conductores. El gran pero que hay que poner a estas estructuras llega a pie: no hay espacio para los peatones, que tienen que pegarse a los quitamiedos. De hecho, todos los que quieran entrar y salir de O Grove sin ir en vehículo de motor tienen serios problemas de espacio. Para solucionarlo, el Concello ha solicitado a la Xunta que cree una pasarela o que al menos se deliminte una zona en el arcén, por la que puedan transitar, con cierta seguridad, peatones, ciclistas e incluso quienes van y vienen subidos a un caballo.

Cartelería

No dan tan buena imagen los carteles y paneles informativos que jalonan los márgenes de la carretera. Esta ofrece unas vistas curiosas: a un lado, la ensenada Umia-O Grove. Al otro, el paisaje dunar de A Lanzada. Y entre medias, carteles y señales viarias. Los que dan la bienvenida o despiden a los visitantes a la península grovense parecen un tanto ajados por el tiempo. Las señales viarias propiamente dichas son, sin embargo, un blanco atractivo para los amantes de dejar mensajes escritos con spray, o simples borrones.