El esfuerzo para tener playas accesibles se nota, pero no llega

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

O GROVE

Gracias en parte a los requisitos que exigen las banderas azules se eliminaron barreras, pero queda camino por delante

30 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El vaso, como casi siempre, puede verse medio lleno o medio vacío. Es cierto que en los últimos años se avanzó a paso de gigante en cuanto a accesibilidad en las playas. Empiezan a proliferar sillas adaptadas para que personas con movilidad reducida se puedan bañar, hay bastones para ayudar a caminar por la arena y se invirtieron importantes cantidades de dinero en pasarelas de madera o rampas que permitan acceder al litoral en una silla de ruedas convencional. Esa realidad está ahí. Pero luego hay otra: los esfuerzos hechos ni de lejos son suficientes. Y la accesibilidad en los turísticos arenales de las Rías Baixas, con suerte, se limita a las playas de bandera azul, y a veces incluso es deficiente en estas zonas. No en vano, los requisitos que los concellos con insignia celeste están obligados a cumplir son menos que los que marca la ley, según indican desde la Confederación Galega de Persoas con Discapacidade (Cogami). Así que desde colectivos de apoyo a la discapacidad como Fademga, Cogami o Amizade advierten de que, pese a lo avanzado, queda todavía mucho camino por andar.

Vayamos por partes. Las plazas de aparcamiento reservadas para minusválidos y los accesos accesibles a los arenales prácticamente están garantizados en todas las playas de bandera azul y en las que, pese a no contar con la insignia, se ubican en zonas urbanas. Más difícil es topar pasarelas que lleguen al agua, algo que reclaman desde los colectivos de ayuda a la discapacidad. En O Grove tienen un proyecto para poner un sendero que llegue al mar en A Lanzada. Pero está pendiente de financiación.

¿Y las sillas adaptadas, conocidas como anfibias y que son fundamentales para que una persona en silla de ruedas pueda bañarse? No las hay en todas las playas de bandera azul. Concretamente, en Pontevedra y Arousa hay doce arenales con este recurso y, a menudo, también con muletas o bastones para ayudar a caminar por la arena. Otra cosa es que a pie de playa las personas que necesiten usarlas se vayan a topar con alguien que les ayude -no se pueden empujar a sí mismos, no son como las sillas de ruedas convencionales-. Los concellos insisten en que sí, que los socorristas y Protección Civil siempre favorecen su uso. Desde los colectivos indican que, efectivamente, el personal suele colaborar, pero que a veces se ve limitado por la acumulación de tareas.

Un recurso poco frecuente y que sí resulta eficaz son las zonas de sombra reservadas para personas con movilidad reducida, a las que se debe poder acceder sin barreras. Sanxenxo tiene.