El abandono echa por tierra los esfuerzos por hacer visibles los recursos turísticos

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

O GROVE

Los actos vandálicos hacen mella en unas instalaciones que, por lo demás, no están diseñadas para vivir a la intemperie

02 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde el quiosco de A Mariña, en Vilagarcía, Montse Cespón ve cada verano como los turistas se detienen ante un panel que narra la historia de la alameda. La pieza forma parte de una ruta turística ideada en el año 2007 para que propios y extraños pudiesen reconocer, en once puntos de la ciudad, las huellas del pasado. «La gente de aquí no le presta mucha atención a esos carteles, pero los de fuera sí que se paran a leer», dice Cespón. O más bien, matiza, a intentarlo. Entre humedades, pintadas y actos vandálicos, las piezas que han sobrevivido al paso del tiempo -algunas han desaparecido en la polvareda de las obras municipales- se han convertido en auténticos jeroglíficos. «Completamente ilegibles», reconoce María Begoña Romero, una vilagarciana a la que le ha salido al paso el panel de Vista Alegre.

En el Concello de Vilagarcía son conscientes de que la ruta ideada en el último mandato de Javier Gago hace aguas. La falta de mantenimiento ha convertido los 30.000 euros invertidos en su día en papel mojado -y en este caso, no es una forma de hablar-. El nuevo gobierno, convencido de que el proyecto resulta interesante, está dispuesto a incluir en los próximos presupuestos una partida destinada a la rehabilitación de estas piezas.

No lo tienen tan claro en O Grove. Esta localidad fue la primera en apostar por presumir de su patrimonio artístico, natural y etnográfico, a través de una red de carteles estratégicamente situados sobre el terreno. As xentes do mar es el título genérico de una trama de ventanas a través de las que los turistas pueden sumergirse en el mundo del marisqueo, o en las postales de época de A Toxa. En construir ese discurso se invirtieron 48.000 euros del año 2004, cuando O Grove presumía de ser municipio de Excelencia Turística. Ahora, prácticamente todos esos paneles «están completamente destrozados, queimados polo sol, e cheos de humidade». Quien habla es Enma Torres, la concejala de Turismo meca, que reconoce que tener estas postales quemadas en los lugares clave del municipio «produce mal efecto, xusto o contrario do que se perseguía cando se colocaron».

El futuro de todas estas instalaciones está ligado a un plan de revisión de la señalización de O Grove «a todos os niveis, porque, como adoita pasar nas vilas turísticas, a sinalización acaba sendo un lío». El gobierno local tendrá que decidir si apuesta por unas piezas cuyo mantenimiento «é carísimo», ya que los diseños no suelen estar pensados para el clima húmedo y marino de Arousa.

Aunque no todas las culpas se las debe llevar el clima. Allá donde se instala un panel informativo es probable que, más pronto que tarde, surja alguien capaz de destrozarlo, sea con pintadas y golpes, sea por usarlo «como un tobogán, como hacen tantos niños» en A Mariña.

La pintada inaugural. La «ruta histórica» por Vilagarcía discurre por once puntos de la localidad. Arranca el paseo, guiado por paneles, en Ravella, frente al Concello. En la primera parada, una pintada impide acceder a unos contenidos que el Concello quiere recuperar, reservando para ello una partida presupuestaria.

Olvido sobre olvido. Ravella ha anunciado un plan para reconquistar este parque y su patrimonio. Mientras, los paneles que explicaban el yacimiento arqueológico allí existente son blanco de todo tipo de tropelías y atentados.

Adiós a las 3D. Los carteles con código QR que permitían acceder, desde el móvil, a una proyección en tres dimensiones del castillo de la reina Lupa han desaparecido, tirando por tierra una original iniciativa de la Mancomunidade do Salnés.

Un poco de limpieza. A las puertas de la torre de San Sadurniño, uno de los emblemas de Cambados, un cartel sobre la riqueza natural de ese entorno es prácticamente imposible de leer.

Imágenes quemadas por el sol. Las ventanas de «As xentes do mar» fueron colocados en 2004 en lugares muy frecuentados por los turistas. El sol, la lluvia y la salitre los han malogrado.