Última oportunidad para la Torre de Escuredo

Maruxa Alfonso Laya
m. alfonso O GROVE / LA VOZ

O GROVE

MARTINA MISER

El inicio de las negociaciones entre el Concello y los herederos son la única esperanza de acabar con la aberración urbanística instalada en esta finca

29 ene 2021 . Actualizado a las 19:32 h.

Enclavada entre una inmensa medianera y la estructura de un edificio a medio terminar, la Torre de Escuredo sigue a la espera. La que sin duda fue una de las fincas más bonitas de O Grove lleva veinte años convertida en su mayor aberración urbanística. Y nadie parece ser capaz de poner fin a esta situación. Sus propietarios, que llevan toda la vida denunciando el maltrato al que se está sometiendo este inmueble, se han rendido. Dicen que están cansados de pelear sin que nadie los escuche. No entienden cómo los mismos que han permitido levantar el edificio que ocupa la antigua Torre de los Lores han sido incapaces de buscar una solución para la de Escuredo. Así que han colgado el cartel de «se vende». Muchos ven en esto una oportunidad de que el municipio salde la deuda que tiene pendiente con esta finca y le devuelva parte de su esplendor. Las negociaciones con el Concello han comenzado.

Eugenio Escuredo se hizo con la Torre para salvarla de la usura. Sobre ella pesaba una deuda de 7.000 pesetas, pero él pagó 50.000 por el inmueble, por considerar que ese era su valor. Pasados los años se vendió la mitad de la casa y de la finca a una familia socia y amiga, la de los Lores. Y cuando los hijos de Escuredo decidieron marcharse de O Grove ofrecieron, por primera vez al Concello, la posibilidad de hacerse con esta emblemática vivienda. Corría el año 87 y el entonces aparejador municipal firmó un informe que recomendaba mantener el edificio en su estado actual. Pero el alcalde de aquella, Alfredo Bea, no le hizo caso. Hubo otra oferta posterior: Lina Bernárdez les ofreció la parcela Z-14 de A Toxa a cambio de la finca. No salió adelante.

Fue a partir de entonces cuando empezó la época negra de esta finca. Mientras que se recomendaba no tocar ni una piedra de la Torre de los Escuredo, la mitad de los Lores fue vendida y derruida para ser sustituida por un edificio. De nada sirvieron las incontables denuncias realizadas por los Escuredo, el proyecto no solo salió adelante, sino que dañó para siempre la estructura y la imagen del entorno. No solo de forma figurada, pues las voladuras con dinamita empleadas en la construcción del nuevo inmueble llenaron de grietas la vivienda de los Escuredo. «Fue el primer disgusto que tuvimos con esta casa, tener que denunciar las obras del edificio de al lado», relatan los herederos. Fue el primer disgusto, pero no el último. Las normas subsidiarias incluyeron esta finca en un inviable estudio de detalle que implicaba a toda la manzana, convirtiéndose en un escollo casi insalvable para los planes de los propietarios de urbanizar la finca y, al mismo tiempo, acabar con la aberración urbanística en que esta se había convertido. Fueron años de informes, proyectos y más informes. Pero lo lograron. Cuando aún estaban celebrando su victoria, Patrimonio decretó la protección del inmueble. No se rindieron. Los herederos de los Escuredo buscaron a los mejores para hacer un proyecto que convenciese a Patrimonio. Llamaron a César Portela y a Fernando Blanco. «Queríamos crear un entorno que fuera privilegiado. Necesitábamos algo especial y por eso buscamos a arquitectos que son artistas», relatan. Pero entonces llegó el decreto Cuíña y, con él, una nueva barrera para sacar adelante su obra. Tampoco esto fue suficiente para que se rindieran. «Llevamos gastado más de 60.000 euros en proyectos y estudios», aseguran. Su siguiente negociación fue con el cuatripartito. Mantuvieron un sinfín de reuniones con el entonces responsable de Urbanismo, Carlos Álvarez Besada. Llegaron a un acuerdo, el convenio del que esta misma semana hablaba el ahora alcalde, Jose Cacabelos. Pero, de nuevo, cuando todo parecía listo para la firma, se vino abajo. En este caso fue por el cambio de gobierno municipal.

Tres semanas para negociar

Después de todas sus batallas, la familia confiaba en que el PXOM recogiese, por lo menos, los avances logrados para urbanizar la finca. No fue así. «Mientras todas las parcelas tenían una edificabilidad del 100 %, en la nuestra solo nos permitían urbanizar 300 metros cuadrados y teníamos que rehabilitar la casa y urbanizar toda la finca», relatan. Fue la gota que colmó el vaso. «La familia está agotada y cansada, pasamos a la fase de dejar que venga otro y negocie», explican. «Nos han tomado por tontos porque pedimos las cosas con educación. No quisimos dar el pelotazo porque quisimos mantener la imagen de nuestra familia y dejar ahí un recuerdo», sostienen. Quizás un acuerdo con el Concello les ayude ahora a conseguirlo. El gobierno local anunció ayer que la propiedad le ha dado un plazo de tres semanas para negociar.