Pintura y ventanas nuevas en un refugio «aceptable para vivir»

r.e. vilagarcía / la voz

O GROVE

01 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando la Xunta se decidió a construir un nuevo edificio para el colegio de A Lomba (Vilagarcía), las casas de los maestros que existían en el recinto escolar se convirtieron en estorbos. La piqueta fue imparable. Tras su repiqueteo, del pequeño barrio para profesores solo han quedado en pie tres viviendas. En una de ellas reside, desde hace ya unos cuantos años, Julio Ventín. «Soliciteina cando cheguei a Vilagarcía», relata. Han pasado ya unos cuantos años desde que este profesor, habitante habitual de Combarro, fue destinado a la capital arousana. Como había una casa de maestros libre la solicitó. Y le fue concedida.

La mayor parte de los profesores que habitan en este tipo de edificaciones aseguran haber tenido que realizar una importante inversión para poder entrar a vivir en ellas. En O Grove ponen cifras a ese desembolso: entre 10.000 y 20.000 euros. A fin de cuentas, son edificios con más de medio siglo de vida en sus paredes, y eso se nota. «Eu, personalmente, non pasei esa situación. A casa estaba habitada, así que non tiven moito que facerlle», relata el profesor de A Lomba. La pintó, eso sí, y con el paso de los años le ha cambiado las ventanas y ha acometido otras mejoras para que el edificio no dejase de ser «aceptable para vivir».

Es evidente que residir en el mismo recinto en el que se trabaja, y sin pagar por ello ningún tipo de alquiler, puede parecer un privilegio. Una parte de la población lo percibe así. Pero, ¿lo siente así Julio Ventín? «¿Si me sinto un privilexiado? Home, supoño que isto é unha ventaxa que tes, e máis nestes tempos», reconoce el maestro. No todos los profesores que habitan en este tipo de edificios lo ven así. Desde el colegio Torre Illa, el director del centro apela a que «esas vivendas están aí, e mentras estean o normal sería que puidesen ser utilizadas para o que foron construidas». Claro que el mundo ha cambiado mucho desde entonces.

«¿Se me sinto un privilexiado? Supoño que isto é unha ventaxa, e máis nestes tempos»