Piden nueve mil euros en bitcoins a una empresa de Meaño tras un ciberataque

Antonio Garrido Viñas
antonio garrido VILAGARCÍA / LA VOZ

MEAÑO

Atlas

Los propietarios de la firma calculan que las pérdidas por el ataque serán millonarias

16 may 2017 . Actualizado a las 17:46 h.

El modus operandi es el habitual. El mismo que el pasado fin de semana puso el alma en un puño a muchas grandes compañías, pero, en este caso, el punto de mira se ha colocado en una pequeña firma del corazón de O Salnés. Una empresa de Meaño acaba de denunciar ante la Guardia Civil que fue víctima de un ciberataque en los primeros días de mayo. Un hacker encriptó sus datos y exigió un rescate para que la firma los pudiera recuperar. Nueve mil euros era el precio. Según las víctimas, las pérdidas alcanzarán una cifra mucho mayor: al menos, sesenta mil euros.

Los responsables de la empresa hicieron lo correcto. Expusieron lo sucedido ante las fuerzas de seguridad para que sean ellas las que tomen cartas en el asunto. ¿Por qué buscan los piratas informáticos una empresa de Meaño? Básicamente, porque es una lotería. No hay un parámetro fijo por el que los delincuentes se decidan por un objetivo en concreto. Los ataques son aleatorios. Completamente. De hecho, no es la primera vez que empresas de la comarca de O Salnés sufren incidentes por el estilo. Dos de los casos que han trascendido en los últimos meses atañen a una cadena de zapaterías y a una empresa de artes gráficas. Y fueron dos casos con distintos desenlaces.

Pagar o no pagar

Nacho Rodríguez, de Iñaki Zapaterías, decidió pagar. Sus problemas comenzaron un sábado del pasado mes de noviembre. Tras hacer la última venta del día notó que el tique tardaba en salir. Poco después, comenzaron a llegar llamadas de otras tiendas en las que le comentaban que comenzaban a notar «cosas raras» en las pantallas. El pirata informático se había hecho con el control. Llegó un correo electrónico pidiendo el «rescate». Tres mil dólares. El empresario puso la correspondiente denuncia y hasta llamó a su seguro para informarse. «Te recomiendan que no pagues, pero yo tengo cinco puntos de venta y 10.500 referencias...», explicaba poco después. Y pagó, aunque sabía que hacerlo no garantizaba nada, porque el ataque se podía reproducir.

Fran Baños, por el contrario, no pagó. El ataque a su empresa comenzó a las 22.30 horas de un día de semana, cuando ya no había nadie en el establecimiento. Fran no sabe cómo se pudo activar. Sí sabe que, cuando al día siguiente intentó comenzar a trabajar vio cómo ninguno de sus equipos funcionaban. Toda la información estaba encriptada. Y aparecía un pantallazo con una dirección de correo electrónico para que se pusiera en contacto con los piratas. La respuesta, la de siempre: un pago en bitcoins para recuperar el material.

Lección aprendida

Fran no pagó, pero aprendió la lección. Desde entonces, como él mismo reconoce, vive con una copia de seguridad debajo de cada brazo. «Es lo único que te puede salvar», aconseja. Y la desconfianza ayuda. Ha aprendido a no abrir los correos electrónicos en los que aparecen facturas extrañas que no tenían por qué llegar por esa vía.

Las empresas arousanas se vieron afectadas hace ya unos meses pero una versión de un virus parecido es la que está sembrando el terror en los últimos días. El wanna cry, que así se llama, ha afectado a doscientos mil ordenadores en todo el mundo. El ransomware que exige un pago en la moneda digital bitcoin para recuperar el acceso a los ordenadores, golpeó a centros de salud en el Reino Unido, grandes empresas en Francia y España, la red ferroviaria en Alemania, organismos públicos en Rusia y universidades en China, entre otros. En O Salnés también ha tenido su incidencia y desde los cuerpos de seguridad advierten de la necesidad de mantener toda una serie de precauciones básicas: tener las actualizaciones al día, protegerse con un buen antivirus, desconectar el ordenador ante cualquier sospecha y, sobre todo, no fiarse de nadie son las básicas.

«Te recomiendan que no pagues, pero yo tengo cinco puntos de venta», dice un afectado

No fiarse de los correos que llegan de los desconocidos es una premisa de seguridad básica