Sin cuernos y bien peinados

La Voz CATOIRA / LA VOZ

CATOIRA

La historia de los pueblos del norte ha sido escrita por sus enemigos, quizás por eso esté llena de tópicos negativos

26 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«En aquella época, todos los pueblos hacían barbaridades». Eduardo Morales, el ponente encargado de abrir el congreso internacional sobre los pueblos vikingos que se celebra en Catoira, quiso poner ayer en su contexto a los hombres del norte. «Eran sanguinarios piratas -dijo Morales durante su ponencia- pero también poseían grandes conocimientos técnicos, eran grandes ingenieros y arquitectos y poseían una gran sensibilidad artística». Sin embargo, todas esas cosas buenas se han quedado fuera de foco. Quizás, explica este experto, «porque los que escribieron la historia fueron sus víctimas».

El proyecto Follow the Vikings, del que forma parte Catoira, pretende precisamente sacar a la luz todas las cosas buenas de estos pueblos. Y desmontar muchos de los tópicos que, a fuerza de repetirse, se consideran hoy en día como verdades históricas. Empezando, por ejemplo, por su aspecto. ¿Cómo se imagina usted a un vikingo? ¿Con un casco de cuernos, el pelo revuelto y una buena capa de suciedad cubriendo sus ropas de cuero? Pues se equivoca. Jimmy Moncrieff, otro de los ponentes que participan en el congreso de Catoira, es descendiente de vikingos. Las islas Shetland, su lugar de origen, fueron durante seis siglos parte de los reinos vikingos, a un día de drakkar de las tierras del norte, así que imagínense. Según relata, sus antepasados vestían con ropas tejidas con fibras vegetales -lino o lana- y bastante coloridas. Y de cuernos en los cascos, nada de nada. «Es una imagen que está muy extendida, es la que la gente de todo el mundo tiene de los vikingos, pero es un error», sentencia. El cine y la televisión se encargaron de amplificar ese falso tópico y de llevarlo a todos lados. Incluidas las islas Shetland, donde cada mes de enero se celebra la fiesta Up Helly Aa, el festival vikingo más reconocido del mundo. La celebración, en la que el fuego de miles de antorchas acaba devorando un drakkar, tiene 150 años de historia. En ella llegaron a colarse también los cascos con cuernos. «Ahora nuestro festival está cambiando, estamos intentando contar la historia de una forma más real», explica Moncrieff, que no puede evitar ver ciertos paralelismos entre la celebración de las Shetland y la Romaría Vikinga de Catoira. También aquí está cambiando la imagen de los invasores normandos, que se han vuelto más refinados.

La culpa es, de nuevo, de una serie de televisión. Vikings es un producto audiovisual «muy bien documentado» y en el que la imagen que se da de los pueblos escandinavos se asemeja bastante a la que estos presentaban. «Tenían el pelo largo y peinado. En las excavaciones arqueológicas han aparecido muchos peines», explica Moncrieff, quien señala también que eran pueblos aficionados a los adornos bien trabajados, bien en plata, bien en ámbar.

«Que la gente se divierta»

En cualquier caso, no será fácil evitar que en los festivales vikingos se cuele algún guerrero con cuernos bien sujetos a su casco «y pantalones cortos». Ser fieles a la tradición y a la historia es importante, pero no lo es menos «que la gente se divierta». A fin de cuentas, de eso van las romerías. Para ir limpiando la memoria de los vikingos están otro tipo de acciones, como el congreso que hoy remata en Catoira. Expertos llegados de Suecia, Finlandia, Escocia, Islandia -y también de distintos puntos de España- seguirán desmenuzando la historia de un pueblo que, pese a toda la literatura que gira a su alrededor, sigue siendo uno de los grandes desconocidos de Occidente.

seminario internacional sobre la cultura vikinga