Catoira, más vikinga que nunca

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

CATOIRA

Los bárbaros invadieron Catoira el sábado por la noche y el domingo por la mañana intentaron volver a conquistarla.
Los bárbaros invadieron Catoira el sábado por la noche y el domingo por la mañana intentaron volver a conquistarla. mónica ferreirós< / span>

El desembarco del domingo fue multitudinario, pero tanto el descenso del Ulla en piragua como la cena del sábado rompieron todas las previsiones

04 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

«Desbordante». Esa fue la palabra elegida ayer por el alcalde de Catoira, Alberto García (PSOE) para calificar la edición número 55 de la Romaría Vikinga. Desbordante fue el desembarco del domingo, con miles de personas llenando la explanada de As Torres y siguiendo la batalla desde lo alto del puente interprovincial. Y desbordante fue, también, la cena que el sábado por la noche se celebró en ese recinto cargado de historia y de historias. A pesar de la multitud, «saíu todo moi ben», según destacaba el regidor, quien quiso destacar que, aunque los vikingos tienen fama de violentos y un poco camorristas, el fin de semana se saldó sin incidencias. «Aquí a xente divírtese sen ter problemas», presumía ayer Alberto García.

Pero vayamos por partes. Y remontémonos, para que el balance sea completo, a la semana pasada, cuando la representación de la obra O Tesouro de Catoira logró llenar, varias noches consecutivas, el recinto de As Torres. Lo llenó, incluso, el martes, cuando la representación tuvo que ser cancelada por decisión de la lluvia.

«O teatro é algo moi especial. Avós, pais e fillos traballan xuntos durante meses para sacalo adiante», recordaba ayer el alcalde. Aunque la cita atrae a numeroso público de los municipios del entorno, son muchos los vecinos de Catoira que acuden a ver y aplaudir el trabajo de sus vecinos. Quizás por eso, en los bares de la localidad, no se notó durante la semana más ajetreo del habitual.

Pero eso cambió el sábado. La cena vikinga, consolidada ya dentro del programa de la Romaría, batió todos sus récords, según señaló el alcalde. De las setecientas personas esperadas se pasó, por obra y gracia de quienes se apuntan a última hora, en alrededor de un millar. «Iso é algo que temos que revisar. Temos que pechar antes o tempo de comprar as entradas, temos que poñer un tope, porque se non acaban plantexándose problemas de loxística». Cuestiones menores -desde asuntos de servicio hasta problemas para sentar a los grupos a una misma mesa-, pero que hay que corregir para que la merecida fama que se ha ganado el banquete no se vea afectada.

El domingo, con el desembarco, llegó la catarsis final. Ahora toca «respirar» después de una semana de intensas actividades.