Una colina artificial en Pedras Miúdas

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

CATOIRA

El túmulo de tierra sobre el que se ha construido el edificio sorprende a quien se acerque al entorno de Pedras Miúdas.
El túmulo de tierra sobre el que se ha construido el edificio sorprende a quien se acerque al entorno de Pedras Miúdas. mónica irago< / span>

Los comuneros de Catoira no dan crédito a la manera en la que Dragados está ejecutando el acuerdo para la regeneración del entorno de la laguna

28 abr 2015 . Actualizado a las 08:36 h.

El AVE ha dejado en Catoira una marca imposible de disimular: una línea verde que se ve desde cualquier rincón del pueblo. Es el viaducto del Ulla, la pieza estrella del eje atlántico. Algunos consideran que esa cicatriz metálica imprime carácter al horizonte catoirense. Otros, sin embargo, creen que el perfil de la localidad ha quedado desfigurado para siempre. Pueden consolarse los vecinos más críticos, pensando que, a cambio, Catoira ha ganado para siempre Pedras Miúdas, cuyo entorno está siendo reformado por las empresas que abrieron paso al tren de alta velocidad. Las obras han ido cuajando con el beneplácito y el aplauso de los comuneros de San Miguel, titulares de los terrenos. Hasta ahora. En Pedras Miúdas ha aparecido, de repente, una colina. Y sobre ella, un edificio que se le ha atragantado a los responsables de la comunidad de montes.

La estructura que ya se percibe sobre el túmulo es el aula de la naturaleza prevista en el proyecto de regeneración de la zona pactado como contraprestación a las cesiones hechas al AVE. Luis Rei, presidente de la comunidad de montes, recuerda que el colectivo al que representa siempre consideró superflua esa instalación. Pero para evitar confrontaciones estériles, aceptaron que se incluyese en el programa «siempre que se colocase en un lugar en el que no hipotecase el desarrollo futuro de la zona». Apuntaban, incluso, un rincón: el que hace años ocupaban las cocheras de la vieja cantera.

Sin embargo, para su sorpresa, la empresa encargada de esa parte del proyecto -la misma que construyó el viaducto- hizo caso omiso de esa petición. Han construido el edificio «en el medio y encima de una especie de colina» que dota a la zona de un perfil un tanto excéntrico.

La colina artificial, dicen los comuneros, está formada por tierra extraída durante las obras del tren. En lugar de trasladarla y verterla en otro lugar, como las canteras en regeneración que existen por la zona, «hicieron eso». Una especie de túmulo en cuya cumbre cabe el aula de la naturaleza y nada más, porque «apenas hay espacio para hacer una especie de vía de servicio».

Explica Luis Rei que el problema tiene ya difícil arreglo, sobre todo porque la empresa no parece dispuesta a aceptar las críticas de la comunidad y rebajar un poco los niveles de la colina artificial «para que se pueda aprovechar el espacio para hacer otras cosas».

Por no aceptar, dice el presidente de los comuneros de San Miguel, no acepta la firma ni las recomendaciones «sobre las especies que van a plantar en la zona. Tienen previsto poner 200 plantas que no van a ir arriba porque son muy pequeñas. Les dijimos que preferíamos que pusiesen menos, pero de metro y medio. Que preferíamos menos cantidad pero de mejor calidad... Pero no parece que nos vayan a hacer caso, tampoco». Queda lejos, recuerda el presidente, el tiempo en el que las negociaciones se mantenían con Acciona, la firma que construyó las vías del tren. «La parte que hicieron ellos quedó perfecta. Pero la de Dragados, la verdad, deja mucho que desear».

El aula de la naturaleza se ha levantado sobre un gran túmulo de tierra y piedras