La mariscadora que un día se echó a andar

Maruxa Alfonso Laya
m. alfonso CAMBADOS / LA VOZ

CAMBADOS

martina miser

Solo este año, Marga Castro ha recorrido cerca de 450 kilómetros en andainas de competición por toda Galicia

05 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Marga Castro es una persona valiente. De esas que, de verdad, le tienen miedo a pocas cosas. Se sabe en cuanto uno la oye hablar de sus historias como mariscadora, una profesión en la que lleva 37 años. Recuerda, por ejemplo, cómo al principio marchaba en su pequeña embarcación para recoger almejas. Iba sola, de noche y al medio del mar. Ese mar en el que lleva casi toda su vida sumergida, sacando almejas y berberechos. Y aunque esta es una profesión que le gusta, hace un tiempo que tiene otra pasión, la de andar. Marcharse sola con sus perros a recorrer las rutas de senderismo de Meis o la costa de O Grove es una de sus pasiones. Y la ha convertido en deporte. Este año solo se ha perdido dos de todas las andainas de competición que se organizan en Galicia. Ha hecho dos carreras de 25 kilómetros, cinco de 50 y una de 100. La última fue de noche. Estuvo veinte horas andando por los montes de Barbanza y, aunque al llegar a la meta juró que no repetiría, ya está pensando en la edición del próximo año. Porque andar, como el mar, es de esas cosas que engancha.

Marga es natural de Dena y, aunque lleva toda la vida en Cambados, «non renego das miñas raíces, son de aldea», presume. Sus profesores les pidieron a sus padres que la dejaran estudiar, porque era muy buena con el dibujo. Pero no pudo ser, así que Marga empezó a mariscar. Tenía catorce años y, por aquel entonces, no había mucha regulación. «Gustábame máis porque podías ir ao mar cando querías», relata. Ella tenía incluso una pequeña embarcación, con la que salía de noche. De esa época en la que empezaron las concesiones guarda un sinfín de recuerdos. Algunos, tan desagradables como la histórica lucha por O Castelete. Ella estaba allí, intentando conseguir que este enclave quedase para Cambados. Y cuando empezaron las peleas, «foi de pánico, de chorar sen parar», recuerda. Aún hoy en día se estremece cuando ve el vídeo.

Reconoce que el trabajo del mar es duro, pero le gusta. Cuentan sus compañeras que es siempre de las que más arriba llega en el río. De las que más se aventura. Lo mismo le sucede con las andainas. Hace ya tiempo que empezó a andar. Fue poco a poco, paso a paso. Al principio le costaba recorrer unos pocos kilómetros. Ahora, es capaz de andar cuarenta casi sin despeinarse y después de una jornada en el mar. El año pasado decidió participar en las competiciones que organizan los clubes de montaña de toda Galicia. Y ahora es una experta. «Á primeira que fun era de 50 quilómetros e fíxena en nove horas. Ao principio non sabía onde me metía, pero desde esa empecei a ir a máis», explica. Solo este año ha recorrido cerca de 450 kilómetros en estas competiciones. Y está encantada. Porque además del deporte que practica, ha conocido media Galicia. «Estiven no Courel, que me encantou e por A Lama e As Neves. Tamén fomos aos Picos de Europa...», cuenta. Así que hace unas semanas decidió dar el salto y se apuntó a la primera prueba para andar 100 kilómetros en menos de 24 horas que se organizó en Galicia. La competición partía de A Pobra y recorría varios municipios de la orilla norte de la ría. Unos días antes de que se celebrase «cando estaba no mar, miraba para arriba e dicía ¿eu vou subir ata aí arriba?. Estaba tan nerviosa que non podía controlar a respiración», relata. Pensaba que no iba a poder. Pero en cuanto llegó a la salida, los nervios se acabaron. «Para facer unha destas probas, tes que ter a mente moi fría», cuenta. Fue sola buena parte del recorrido y, alrededor de las dos de la mañana, se le fundió la linterna. «Sempre atopas xente, pero a min gústame andar sola. Porque se me baixan ou se me soben o ritmo xa te fastidian», explica. Reconoce que la prueba contó con una organización de diez. De los 250 que se habían anotado, llegaron a la meta unos 180. Ella también, por supuesto. Tardó poco más de veinte horas en recorrer los cien kilómetros. «Cando cheguei... non sei explicalo. É esa satisfacción de dicir, conseguino, que nin eu mesma confiaba en min». Así que para el año volverá a participar. Ni lo duden.