Cruzar el charco para ir a la seca

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

CAMBADOS

Cada vez son más los turistas extranjeros que disfrutan bajando a O Sarrido con las mariscadoras de Cambados, o cocinando un menú gallego con empanada y pulpo

05 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Su clima, su paisaje, su patrimonio, sus productos. Son muchos los elementos que han contribuido a hacer de las Rías Baixas el destino turístico consolidado que es hoy en día. Para que sigan siéndolo, a esa lista de puntos fuertes hay que sumar otro elemento: las experiencias. Porque experiencias inolvidables son las que buscan quienes nos visitan. En la comarca de O Salnés, algunas iniciativas privadas han emprendido con éxito la exploración de ese nuevo modelo de producto turístico. Y parece que funciona.

Nuestra primera parada nos lleva a Cambados. Hace más de diez años, un grupo de mariscadoras alumbraron Guimatur. Ellas, las mejores conocedoras del trabajo en la ribeira, empezaron a explicárselo a los turistas. Para ellas, esto nunca fue una broma. Y eso se nota. La experiencia no solo ha cuajado, sino que ha crecido. Tanto, que una turoperadora americana oyó hablar de ella y envió una embajada a Cambados para ver qué era eso. «Viñeron un días con nós, gustoulles a experiencia, e empezaron a mandar grupos. Primeiro de cando en vez, agora practicamente temos un por semana». Habla María José Cacabelos, la presidenta de Guimatur. Los americanos llegan a Cambados tras recorrer la cornisa cantábrica. «Pasan entre 15 e 20 días recorrendo dende o País Vasco ata Portugal», deteniéndose para ver catedrales y disfrutar del paisaje. Son gente «duns sesenta anos, que non ten medo a baixar á praia con muletas ou bastóns». Son gente, también, «que se emociona cando consigue coller unha ameixa» y que confiesa que «gozan máis da experiencia do marisqueo que de ver unha catedral». La visita de estos grupos a Cambados no se acaba en la playa. «A idea inicial era que compartiran toda a xornada con nós, pero non era viable», explica Cacabelos. Así que los turistas, en vez de compartir mesa y mantel con las mujeres, comen en el Pazo de Fefiñáns. El entorno no desmerece, la verdad. Antes, para ponerse en situación, dan un paseo por los viñedos. Así, todo les sabe mejor.

«A verdade é que temos riqueza a montes e temos que dar coa forma de explotala da maneira adecuada», dice María José Cacabelos. Ella está convencida de que una experiencia inolvidable es la mejor oferta que se puede realizar. Y que por ese camino se podrá hacer del turismo un negocio que se sostenga todo el año. Guimatur ha conseguido ese objetivo, y trabaja verano, primavera, otoño e invierno. Si no hay posibilidad de bajar a la seca, la ruta se desvía hacia el puerto o hacia las conserveras. Porque también ahí hay experiencias que vivir.

A la cocina

Esta iniciativa nace de uno de los puntales de la ría: su tradición marisquera. Cocinando en O Salnés nace de otro de los puntos fuertes de nuestra comarca: la gastronomía. La buena mesa siempre ha sido un elemento de atracción de visitantes hacia este rincón. Pero ahora, además de darse un buen banquete, los turistas quieren descubrir la experiencia de comerse Galicia a bocados. Para que puedan hacerlo, la bloguera Rocío Garrido y los responsables de la Quinta de San Amaro (Meaño) unieron fuerzas. Hace un año que trabajan juntos.

«Tenemos un taller corto, en el que los turistas vienen a la cocina, elaboran un menú gallego -lo que más les gustas es el pulpo y la empanada- y luego compartimos lo cocinado». Ponerse manos a la obra en la acogedora cocina de la Quinta de San Amaro y disfrutar de la comida al mismo tiempo que de las vistas que ofrece este establecimiento, vale la pena. Pero hay quien quiere más, y para ellos está el taller XL, que incluye «ir a la plaza a por los productos que vamos a cocinar, o salir a dar un paseo en barco para ver como se capturan». Luego, claro, a la cocina.

«La gente disfruta mucho», dice Rocío. Y da igual el lugar de dónde vengan: ya han hecho sus pinitos en gastronomía gallega rusos, israelíes, canadienses, suizos, australianos, estadounidenses, mexicanos, japoneses... Todos son «gente muy participativa», que disfruta paseando por la plaza de abastos de Cambados y que se queda anonadada viendo como se levanta una cuerda de mejillón. Tan impresionados se quedan tras vivir la experiencia que «con muchos mantenemos el contacto porque nos mandan e-mails pidiéndonos recetas o consejos», cuenta Rocío. Ella, por su parte, ya anda dándole vueltas a un nuevo taller, una suerte de «catas-maridaje con bodegas de la zona». Mientras tanto, la experiencia culinaria sigue adelante, captando la atención de turoperadores dispuestos a meter las manos en la masa.

De la playa a los viñedos, con lluvia o con sol. Los grupos de estadounidenses que llegan a Cambados quieren, sobre todo, bajar a la playa a mariscar. Cuando no es posible, visitan el puerto o una conservera. Y después de todo ese recorrido, parada en el Pazo de Fefiñáns, paseo por sus viñedos y comida en un entorno de lujo. No es de extrañar que acaben encantados con su estancia en Arousa.

De sabores típicos. El éxito de «Cociñando no Salnés» radica en la apuesta que se ha hecho por promocionar lo local. Se trabaja en una sala en la que no falta ni la cocina de leña. Se compran los productos (siempre de temporada) en la plaza de abastos y se cocinan siguiendo recetas que llevan en nuestra tradición gastronómica toda la vida. Al grupo de norteamericanos que aparecen en la foto, les encantó la idea.