«O Kilimanjaro e África cambiáronme a cabeza»

Pablo Penedo Vázquez
pablo penedo VILAGARCÍA / LA VOZ

CAMBADOS

cedida

La cambadesa Araceli Oubiña relata su experiencia como primera arousana en alcanzar el techo del continente negro, junto a otras cuatro enfermas de cáncer de mama

03 oct 2015 . Actualizado a las 12:40 h.

La madrugada del martes 29 de septiembre del 2015 el Kilimanjaro pasó a convertirse en territorio conquistado por el espíritu de superación y las ganas de vivir de la cambadesa Araceli Oubiña Cacabelos. Una vilagarciana de adopción que, a falta de otro dato conocido, se ha convertido en la primera arousana en alcanzar el Uhuru Peak, el techo de África. A las 6 horas y 10 minutos Araceli elevaba a 5.895 metros aquella alma de pionera que la había llevado a finales de los 70 a participar en la primera plantilla femenina con la que se fundó el Club Xuventude Cambados. Como integrante del Reto Pelayo Vida, una iniciativa de la firma Trexexploring amparada por la Asociación Española Contra el Cáncer, con cinco afectadas por cáncer de mama dispuestas a lanzar desde donde el eco resonase fuerte y lejos un «si se pode» a todas las demás enfermas y sus familias. No ya sobrevivir, sino vivir en plenitud, hasta el punto de hacer lo que el común de los mortales considera imposible. Cubrir en siete días de trekking los 4.065 metros de altura entre Puerta Machame, a los pies del Parque Nacional del Kilimanjaro, y su cumbre.

No la llaméis heroína

Ayer, recién retornada de Tanzania, durante su espera en Madrid por el avión que la traía anoche de vuelta a casa, Araceli declinaba la etiqueta de heroína. Pero sí confesaba la sensación del «deber cumprido». «Por todos estes meses de traballo e de preparación» desde que a finales de abril se apuntó a la aventura junto a la dependienta madrileña Eva García Romo, el ama de casa oscense María Barrabés, la notaria valenciana Carmen González-Meneses, y la comercial asturiana Rosa Fernández, la única con cierta experiencia en el montañismo. Pero sobre todo, «despois deste ano e medio de enfermidade» Araceli experimentó la alegría de «levar a nosa mensaxe a tanta xente» gracias al impacto mediático de su proeza.

Indescriptible

¿Qué se siente al lograr llegar tan cerca de tocar el cielo?. «É indescriptible». Un cócktel de impresiones ya indelebles se mezclaron en Araceli Oubiña el último día de ascensión. A medianoche las expedicionarias partían del Barafu Camp, a 4.681 metros, sabiendo que «ía ser a parte máis difícil, avanzando de noite, con luces frontais, e a uns 5 baixo cero». Por un terreno inestable y dura pendiente de 3 kilómetros con 1.000 metros de desnivel. Y «a falta de osíxeno». Tan duro resultó que «por dúas veces pensei en tirar a toalla» en esas últimas seis horas de esfuerzo de la arousana, tras seis días enteros sin dudar un instante. Con el apoyo de su guía -cada una de ellas llevaba uno consigo- Araceli alcanzó el Stella Point, el punto a 5.739 metros que es al techo de África lo que el Monte do Gozo al peregrino compostelano. Entonces «xuntámonos as cinco, e foi imposible non chorar despois de todo o pasado». Y tras un pequeño respiro, al Uhuru Peak. Allí Araceli presenció una imagen que «me quedará grabada toda a vida. O amencer no cumio. Precioso, co sol, súper laranxa, subindo por un lado e a lúa escondéndose por outro. Unha inmensidade diante dos ollos. Un glaciar precioso. Os picos de dous volcáns. E baixo nós, un mar de nubes. Xuntámonos de novo e comezamos a botar. Logo fixemos unha piña con todo o equipo. Fotos. E cantamos»

Sacrificio, lienzo, amistad

Quedaba el descenso. Pero el relato del hermoso cuento de Araceli y sus compañeras, su prueba de vida para tantas y tantas hermanas de adversidad de que «si se pode», ya había sido escrito. Con jornadas espartanas de despertares a las seis y media tras poco dormir por las frías temperaturas -menos 5 grados nocturnos de media-, y caminatas de 5 a 7 horas por todo tipo de terrenos, desde el bosque tropical que las recibía a la entrada del parque nacional, a escenarios desérticos. Con los dolores de cabeza y de estómago del primer día, disipados por el buen hacer del ex jugador ourensano de baloncesto del Real Madrid Ismael Santos, reconvertido a guía de montañismo e idolatrado por sus pupilas. Pero también con la retina teñida por el fresco que el Kilimanjaro y su limpia cúpula de estrellas dibujaban al caer la noche. Y «a amizade, o esforzo, a superación, e por riba de todo, a vida», recogido todo en imágenes por el cámara y fotógrafo Javier Campos para su montaje y presentación a grandes certámenes de cine.

Lo que a tantos otros

«A min a cabeza cambioume». Así se vuelve Aracelia de Tanzania. Porque más allá del reto, o precisamente por su origen y sentido, «coñecendo un continente novo decateime do moito que nos queixamos de máis en Occidente, moitas veces por cousas vanas, mentres a xente en África vive e disfruta con tan pouco». Un hallazgo compartido por muchos visitantes del continente negro, y que la arousana se topó cuando en la antesala del inicio de la ascensión «estivemos repartindo balóns e camisetas da Federación Española de Baloncesto nun colexio público. Non había nin electricidade, nin cancha de baloncesto. Os nenos quitábannos os balóns das mans. A felicidade que emanaban eses ollos é... ¡¡¡Bufff...! ¡Fantástica!». Una lección de vida que hace encarar a Araceli con mayor «ilusión» su inminente vuelta año y medio después a los banquillos base del Cortegada; y a su trabajo de logopeda con enfermos de cáncer en el Hospital Provincial de Pontevedra.