Beber y triunfar en el Albariño

Maruxa Alfonso Laya
m. alfonso CAMBADOS / LA VOZ

CAMBADOS

No es fácil. Sobrevivir a la fiesta cambadesa tiene su complicación. Porque para disfrutar del programa y del vino es necesario aprender a dosificarse

31 jul 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Cinco días de fiesta son demasiado. Incluso para los cambadeses, aunque pocos lo reconozcan. El Albariño pone a prueba hasta al juerguista más experto. Porque disfrutar de todo el programa de actos y del vino durante cinco jornadas diferentes no es fácil. Pero es posible. Solo hay que saber dosificarse. A pesar de haber trasnochado, un buen descanso es primordial para poder afrontar con ganas la siguiente jornada. Para recuperarse de los excesos recomiendan los lugareños una docena de ostras maridada, por supuesto, con el mejor albariño. Al fin y al cabo, esta es su fiesta.

La jornada comienza temprano en la fiesta cambadesa. De ello se encargan los hosteleros de la plaza de Alfredo Brañas, que curiosamente son los últimos en irse a dormir y los que más madrugan. Ellos han decidido organizar sesiones vermú y, así, cada mediodía, un grupo distinto se encarga de poner la música. Esta también se puede escuchar en el paseo de A Calzada, en el espacio de Martín Códax. La bodega se ocupa de animar el espacio de la fiesta en las horas puntas, esto es, a partir de la una de la tarde. Es esta la hora de tomar el vino tranquilo, de encontrarse con los que hacen una pausa en su jornada laboral para vivir un poco la fiesta. Para otros, es el momento de amanecer después de una dura noche y tratar de recomponer, como se pueda, el cuerpo. Unos y otros se encuentran en A Calzada para iniciar un recorrido que, por supuesto, terminará en los bares. La plaza de As Rodas, en Fefiñáns, se ha convertido en los últimos años en otro de los puntos neurálgicos de la fiesta.

Por supuesto que la afluencia en todos estos recintos crece progresivamente a medida que se acerca el fin de semana. Y mientras hoy todavía será posible encontrar un hueco en el que tomar un vino, la tarea será enormemente complicada tanto el sábado como el domingo, cuando en A Calzada apenas quede espacio.

Por la tarde

Pasadas las cinco de la tarde, Cambados se va a dormir. Por lo menos es el momento en que la afluencia desciende notablemente y en que los expertos en esto del Albariño aprovechan para reponer fuerzas para la noche. Aunque siempre hay algunos osados que apuestan por seguir hasta donde la fiesta llegue. Y así la comida se junta con la merienda y, a partir de las ocho de la tarde, vuelve el ambiente. Las casetas reabren sus puertas y las terrazas comienzan, de nuevo, a llenarse. Los puntos de encuentro son los mismos. Mientras en a Calzada se descorchan las primeras botellas hay quien aprovecha en As Rodas y la Ribeira de Fefiñáns para llenar el estómago, para prepararlo para otra noche de fiesta, algo imprescindible si se quiere llegar a disfrutar de la madrugada.

Llega la noche y, con ella, las celebraciones se trasladan a Fefiñáns. La plaza acoge los conciertos y pocos son los que se resisten a acercarse. Aunque también hay los fieles de A Calzada, donde a medida que se hace de noche el ambiente se caldea y empiezan a sonar gaitas y tambores, además de las charangas que el Concello contrata. Para los más jóvenes está la zona del parque. A medida que se acerca la madrugada, la fiesta se traslada al entorno de Alfredo Brañas y la zona de pubs. Y allí ya depende de cada uno. Algunos tendrán que rendirse y marcharse antes de que el sol salga. Otros podrán ver, un día más, la salida del astro rey. Siempre, claro está, que las condiciones meteorológicas lo permitan.

La indumentaria

Y es que la inestabilidad meteorológica que ha protagonizado las últimas ediciones del Albariño ha obligado, incluso, a modificar la indumentaria necesaria para disfrutar de la fiesta. A la copa con cordel que se debe llevar colgada del cuello, por eso de que el vino puede aparecer en cualquier momento, se le han sumado los gorros. De todas las formas, tamaños y colores se pueden ver en la fiesta cambadesa por eso de evitar que el sol contribuya a que el albariño se suba más de lo previsto a la cabeza. Pero visto que la lluvia se empeña en hacer su aparición, sobre todo de madrugada, hay ya quien no sale de casa sin el correspondiente chubasquero. Plásticos de todos los colores complementar a la perfección a las camisetas que, como siempre, son las grandes protagonistas. Ofrecen una muestra del ingenio de los cambadeses pero, sobre todo, del amor que profesan por su fiesta.

la fiesta de un vino especial