Aquellos rebeldes anti-mili veinte años después

Bea Costa
bea costa A ILLA DE AROUSA / LA VOZ

A ILLA DE AROUSA

MARTINA MISER

Fueron el rostro del movimiento de los insumisos gallegos, pagaron con la cárcel y ayer lo recordaron en A Illa

02 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«Acabamos con ela». Hablan de la mili, claro, y nadie mejor que ellos para hacerlo en primera persona. Elías Rozas y Ramiro Paz formaron parte del movimiento que en los años noventa reivindicaba la supresión del servicio militar obligatorio. Fueron el rostro de una batalla, la suya pacífica, en la que se enrolaron cientos de jóvenes y que ellos llevaron hasta sus últimas consecuencias.

Entonces, en 1997, la ley les daba la opción de eludir la cárcel a costa de una inhabilitación para ejercer funciones públicas, pero ellos forzaron la máquina para que los declararan desertores y, tras pasar por los cuarteles -lo que son las cosas, Ramiro tenía las llaves de la armería-, estuvieron después 19 meses en la prisión militar de Alcalá de Henares con Perote, Galindo y Felipe Bayo. Sus motivaciones iban mucho más allá de eludir la jura de la bandera. Su compromiso era tal que optaron por allanarle el camino a los que vinieron detrás, aunque fuera a costa de tener que vérselas con algún nazi entre barrotes, según cuentan.

Elías y Ramiro tuvieron ayer ocasión de recordar viejos tiempos a propósito de una acto organizado por la asociación cultural Dorna de A Illa para reflexionar sobre lo que supuso el movimiento antimilitarista en Galicia. «É importante demostrarlles aos mozos que as cousas non veñen dadas», reflexiona el presidente, Salvador Allo. En la asociación pensaron que la representación de la obra de teatro Goldi Libre, el próximo viernes en la localidad, era un buen pretexto para hablar de ello, y Goldi también pensó que era momento de recuperar este tema del olvido y plantearlo sobre los escenarios. Quienes mejor que Rozas y Paz para documentarse, aunque para el actor no eran un asunto en absoluto desconocido. Él también fue insumiso, pasó por la cárcel y formó parte de un movimiento que logró remover muchas conciencias en los años noventa. «De feito, el forma parte da xeración dos nosos ídolos, nós iamos ás manifestacións en favor de Goldi», recordaba Elías.

El de ayer en O Con do Moucho fue un reencuentro de «camaradas» en el que se contó la historia y se contaron historias sobre el movimiento antimilitarista en Galicia. Hay debate. Frente al pacifismo sin fisuras que propugna Rozas, Ramiro Paz cree que caben matices: «Unha cousa é o militarismo e outra cousa é falar do uso da violencia, ¿que pasa coa lexítima defensa?».

A la cita no faltó Carlos Blanco, que en su día se autoinculpó en el juicio de Goldi, ni el escritor y músico Manuel Seixas, que aportó su visión como profesor de instituto donde «hai moitos rapaces que queren facerse militares». Ramiro opina que la maquinaria propagandística funciona. «A partir do 11-S lexitimouse o militarismo».

Veinte años no son nada o pueden ser mucho. A Elías, a Ramiro y a Goldi les han servido para replantearse algunas cosas pero lo esencial, su convencimiento de que el movimiento de desobediencia civil sigue siendo necesario, no ha cambiado. Porque la mili pasó a la historia pero en lo que se refiere a la Sanidad y a la Educación hay cada vez más motivos para protestar y rebelarse contra el sistema, afirman. «O mundo é moi inxusto, non hai máis que ver o Telediario».

Ante la pregunta del millón, ¿volverías a hacerlo?, son contundentes. «Si, foi unha época dura pero marabillosa», responde Ramiro; «Se fora daquela, sen dúbida». ¿Y si un hijo -el primero tiene dos y el segundo, tres- decidiese seguir los pasos de su padre? «Diríalle que tivera cabeciña», señala Rozas. Ninguno es ajeno a lo que sufrió su familia al verlos entre rejas. Este tándem ocupó muchas páginas de periódicos hace veinte años. «Para min eran como dous en un, era como falar de Ortega e Gasset», apuntaba Bea con humor, una de las participantes en la charla, y todavía hoy son muchos quienes los recuerdan por todo aquello.

El primero de Catoira y el segundo nacido en Cambados y vilagarciano de adopción, sus vidas han corrido caminos paralelos desde que coincidieran en el instituto de Carril en tercero de BUP. «Foi daquela que nos radicalizamos», cuentan entre risas. Compartieron pancartas y prisión y hoy mantienen una estrecha relación porque Paz trabaja como informático para Elías, que se ha metido a empresario de servicios de limpieza y de venta de productos ecológicos online, árboles de Navidad incluidos. En A Illa comprobaron que su batalla no ha caído en el olvido.