Carreras de fondo pintadas de alegres colores metal

Pablo Penedo Vázquez
pablo penedo A ILLA / LA VOZ

A ILLA DE AROUSA

. m.m.

Ferro y Campos se disponen a darse el lujo de una vacaciones tras elevar a 24 sus medallas mundiales de maratón

25 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Nos citamos en A Illa, en el hogar de Ramón Ferro. Porque si la excusa para charlar es descubrir las dotes culinarias de los personajes, poco había que hacer con Tono Campos. Eso sí, un excelente comedor de marisco, nos cuenta; y lo comprobamos en su poderoso ritmo de palada, con las conchas de navaja sirviendo de palanca para introducir en su pista bucal el exquisito manjar preparado por su compañero de selección española de maratón. Bocatto di cardinale endulzado previamente con una autofoto enviada al instante al pontevedrés Óscar Graña, el inseparable compañero de aventuras y glorias deportivas de Ferro, y ese placer tan humano de ponerle los dientes largos a un buen amigo para echarse unas risas con su respuesta al otro lado de la línea de whatsapp.

El arduo trabajo, y el acompañamiento un año más de la gloria restringida a los elegidos y otros tocados por la veleidosa varita de la fortuna invitan a la relajación, y a un merecido viaje de vacaciones con la familia tras conquistar hace una semana en Brandemburgo, Alemania, sendos subcampeonatos del mundo de maratón. En C-1 el grovense Campos, en C-2 el isleño Ferro con el mencionado Graña. En el caso del meco, presto a darse la primera alegría familiar lejos de casa que se regala en su 31 años, con Tenerife como destino, tras haber recorrido canoa en mano cuatro continentes.

Son dos docenas de medallas entre ambos en el Mundial de Maratón -Campos entre el C-1 y el C-2-, 35 preseas si les sumamos las cosechadas en el Campeonato de Europa. ¿El secreto? Más allá de las indispensables calidades físicas que separan el trigo de la paja, que Ferro potenció sin fines deportivos hasta hace 4 años como navalleiro a pulmón, «constancia. Constancia e traballo», apunta Ramón. Cualidades que como el sentido común suelen ser las menos comunes de las aptitudes de entre los miles de chavales que cada año dan sus primeros pasos en el piragüismo. Y cada vez menos. «Eu vexo agora moitos rapaces no meu club e non son competitivos. Cando eu era chaval sempre quería gañar todo e a todos. Agora a estes rapaces dálles todo igual», lamenta Tono.

«A cabeza é moi importante», añade el meco, para triunfar y mantenerse en la carrera de fondo de cualquier deporte, más en una disciplina como la canoa de maratón. Con regatas de 26 kilómetros, que «chegaron ser 42» una década atrás, recuerda Ramón. Pero ni la cabeza más prodigiosa podría llevar hasta donde el par arousano ha llegado sin esa perenne ilusión que transpiran.

«Comecei con 10 anos no piragüismo. Vía pasar rapaces en piragua e quería facelo antes, pero non me deixaban meus pais», recuerda el isleño. Y tras compaginar una portería de fútbol, el puesto de alero en el equipo de baloncesto local y la pala, las lesiones de rodilla por jugar en pistas de cemento privaron al Dorna de un gran tres para alumbrar a un campeón mundial.

La ilusión explica los 19 metales mundiales y europeos en la casa de Ferro. Mariscador de profesión, cada verano encadena 3 meses sin día de descanso al sumar su dedicación al chiringuito de playa de sus padres. Hasta el punto de tener que ayudar a desmontarlo dos días antes de partir a Alemania. Y en su poco tiempo libre, exigentes entrenamientos, endurecidos por una soledad solo aparcada en sus contadas sesiones de acople con Graña. Curiosamente, compañero este de tantas horas de trabajo en el agua de Tono Campos en el Lérez, con Pontevedra como destino de ambos en el Cuerpo Nacional de Policía. El oficio con el que soñaba el grovense de niño.

Ferro quería ser torero. Hoy no parece importarle que su único traje de luces se guarde en una foto con su figura de tierno infante de 5 años, aunque confiesa que intenta que sus hijos estudien para no tener que vivir de un mar «moi sacrificado». Porque de ser estrella mundial de maratón ni mucho menos se vive. «No 2004 a Federación Española dábache máis por ser cuarto (450 euros) que hoxe por campión do mundo (400). Hai dez anos todos os da selección levabamos todo pago aos campionatos», y ahora salvo los medallistas, se quejan Tono y Ramón, se tienen que pagar hasta la indumentaria de competición. Y aunque «ao final facémolo porque queremos, ninguén nos obriga», no estaría de más un poquito de por favor de una Federación por cuya bandera sacrifican tanto las familias de estos dos amantes del arte.