Los trueleiros denunciarán las irregularidades de las bateas incluidas en el plan de vigilancia

r.e. vilagarcía / la voz

A ILLA DE AROUSA

09 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace menos de un mes, los trueleiros de A Illa volvieron a faenar. Son pocas las semanas transcurridas desde que retomaron su actividad, pero ha sido tiempo más que suficiente para que a estos mariscadores se les agotase la paciencia. La empresa que vigila las bateas que están fuera del plan del truel los está sometiendo a lo que consideran un acoso en toda regla. «Estamos traballando e andan seguido arredor nosa, facéndonos fotos e incordiándonos», señalan los truelerios.

El malestar es intenso. Y no para de crecer, apuntalado sobre episodios como el ocurrido ayer. Uno de los trueleiros trabajaba sobre una mejillonera en la que, dice, suele hacerlo a menudo y en presencia de su propietario. Ayer, aunque el bateeiro no estaba abordo, él se subió a la plataforma y se puso a faenar como de costumbre. Pero el servicio de vigilancia privada no tardó en llegar hasta donde se encontraba y anunciarle que lo iban a sancionar. De nada valió su alegato de que contaba con el beneplácito del mejillonero, ni siquiera el argumento de que en la batea no había ningún cartel informativo que indicase que los trueleiros tienen prohibido el acceso. «Dixeron que a tiñan no seu listado e punto».

Esa fue la gota que colmó el vaso. Los trueleiros, visiblemente enfadados por la situación en la que se encuentran, lanzaron ayer una advertencia. A partir de ahora, todas aquellas infracciones que detecten en las bateas acogidas al plan de vigilancia serán denunciadas de forma inmediata ante las autoridades. «Levamos moito tempo aguantando, tentando levar a cousa polas boas, pero cada vez acósannos máis», señalaban ayer. «A nós esíxenos que cumpramos a lei e perséguennos polo mar como se foramos piratas. Pois agora tamén nós nos imos encargar de que se cumpra a lei», retaban.

Así que «mirarán con lupa» las mejilloneras a las que no se le permite el acceso y denunciarán todo tipo de ilegalidades que en ellas detecten. Cuerdas de más, rabizas de las que penden «dúas ou tres cordas disimuladas», colectores de los que hay colgado mejillón grande y hasta la presencia de jubilados realizando trabajos en los barcos de mejillón. «Ata agora nós estivemos calados, pero xa se nos acabou a paciencia. En vista de que andan tras de nós como se foramos delincuentes, ímonos defender».

Perseguidos «con mentiras»

Los trueleiros de A Illa consideran que el conflicto que se originó hace tres años con una parte del sector mejillonero es completamente artificial. «Nos convivimos toda a vida sen problemas», indicaban portavoces del sector. Sin embargo, alentado por «alguén que quería facer negocio co tema da vixiancia», se creó un problema que no ha hecho más que crecer. «A base de difamar aos trueleiros, hai alguén que se está facendo rico a costa nosa e máis dos bateeiros», aseveraban. Ellos se defienden utilizando los argumentos que han esgrimido siempre: que su trabajo no provoca desplomes de mejillón ni causa daño a las bateas. «Ata os biólogos da Xunta que as veces embarcan con nós o recoñecen», sentencian.