El escudo de Andrés no es hierro, sino de lápiz

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

AROUSA

ramón leiro

Dibujar es su vocación; pero también su fórmula de evasión cuando las cosas no van como deberían

24 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Andrés Simal ya puede ir rejuveneciendo. No es que el rapaz se conserve mal a sus catorce años, ni mucho menos. Pero la solvencia con la que habla es tal que uno, por más que lo intenta, a cada paso de la conversación se olvida de que está hablando con un adolescente. Sus razonamientos son maduros y llenos de sentido común. Son de adulto. En primer término, se le da la enhorabuena. No en vano, acaba de ganar el premio Curuxa, un veterano certamen de humor gráfico que convoca el Museo do Humor de Fene. Además, el año pasado ya ganó también otro de caricatura, el Cidade de Ferrol. Así que se le felicita. Y él, replica: «Estoy contento, sí. Pero lo importante no es ganar un premio, lo importante es que te guste lo que haces, que disfrutes. Y a mí me encanta el cómic». Así de claro lo tiene.

Andrés empezó a dibujar de niño. Dice que se sentaba delante del televisor y hacía caricaturas, dibujos y cómics de todo lo que veía, que casi siempre eran dibujos de la televisión pública gallega. «Por exemplo vía moito Dragon Ball, e debuxábao moito», indica. A la par, y dado que siempre le gustó leer, devoraba cómics. Recuerda que empezó con otro un clásico: «Me gustaba mucho Mortadelo y Filemón». El caso es un día un tío suyo se percató de que sus bocetos, realmente, eran buenos. Y empezó a animarle a explorar esa vena artística. Así fue como, hace ya un lustro, entró por primera vez en O Garaxe Hermético, la Escola Oficial de Banda Deseñada e Ilustración del artista Kiko Dasilva. Y su vida cambió: «Encántame a escola e ensínanme moitísimo, sobre todo a variar de temática», cuenta Andrés.

De Mortadelo y Filemón o Astérix fue pasando luego por grandísimos ilustradores. A todos se los comió y come con los ojos. Cita a uno por lo que representa para él: «Me gusta especialmente Whatchmen, de Alan Moore». Poco a poco, de su mente y mano de artista y humorista -señala que tiene un humor ácido, aunque en la entrevista, realmente, tiene un humor amable, mucho más de niño que sus palabras- también fueron saliendo proyectos. Habla de uno que tituló Smoking rabits, en el que parodia los experimentos que se hacen con animales. Y cuenta también otro proyecto que le encanta, en el que hay un reino y unas criaturas animadas que se rebelan contra él. Todo parte de su mente creativa. De su mano pintora.

¿Cómo será el futuro?

La entrevista de Andrés es en el penúltimo día de instituto. Se le pregunta por las notas. Y dice: «Supongo que bien. Eso creo, pero las cosas no se pueden asegurar hasta que las ves de todo», dice con aplomo. Luego, cuenta que, aunque lo que le gusta es sentarse con su cuaderno y sus cómics -«tengo mucho de solitario», señala- también disfruta saliendo con los amigos. Pero no siempre fue así. Dice que lo pasó mal en el colegio. No hace falta que uno le pregunte demasiado al respecto. Habla de ese momento de su vida con la tranquilidad que le da haberlo superado: «Lo pasé mal, pero ya está todo pasado». Es ahí cuando cuenta que el cómic, además de una afición fue también un escudo. Dibujar fue lo que le ayudó a tirar hacia adelante, a olvidarse de los problemas y sonreírle a la vida. ¿Sonríe mucho ahora? «No, soy un deprimido convencido», dice. Y uno se queda de piedra. Luego, afortunadamente, añade: «¿Ves como sí que tengo humor ácido? Estaba bromeando un poco, no soy ni pesimista ni optimista, soy realista, creo yo». De aquellos tiempos en negro, en los que le costó tirar hacia adelante, aprendió cosas. Se le quedó en la cabeza una frase de Rocky Balboa: «Él dice algo así como que lo importante no es como tú des los golpes, sino como encajas los que te dan. Y con eso me quedo».

A Andrés le gusta ir hasta la Illa das Esculturas y pintar al aire libre. O refugiarse en su casa y seguir con el lápiz en la mano. Se imagina su futuro al lado del cómic. No sabe si estudiará Bellas Artes o si escogerá otra opción académica. No tiene claro el camino, de momento. Pero la meta, a sus 14 años, parece tan clara que seguro que la alcanzará.

Acaba de ganar el concurso Curuxa, que convocaba

el Museo do

Humor de Fene

Tiene claro que su vocación es dibujar, pero no sabe si estudiará Bellas Artes u otra cosa