El pintor abstemio que emborracha sus cuadros

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

AROUSA

MONICA IRAGO

Famoso por sus pinturas con tinto de Barrantes, ahora está empeñado en hacer arte con vino albariño

20 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Imagínense un puzle. Uno de esos de miles de piezas diminutas y casi todas de la misma tonalidad, casi imposibles de distinguirlas entre sí. Seguramente, a muchos les dará vértigo solo con pensar en enfrentarse a semejante rompecabezas. Otros, sin embargo, verán ahí la oportunidad de investigar, de buscar cómo encajar las piezas, de hacer la cuadratura del círculo. Abel Barandela, natural de Ourense pero vecino y entusiasta de Sanxenxo, es de estos últimos. Es de esas personas capaces de enfrentarse a trabajos meticulosos, de probar una y otra vez hasta que consigue su meta. Quizás por eso logró algo que, como él lleva haciéndolo casi una década, hoy por hoy casi suena normal. Pero que si se piensa tiene su intríngulis: lleva desde el año 2008 pintando cuadros con vino, concretamente, con tinto de Barrantes. ¿Cómo logró que el néctar que más tiñe los labios del mundo se acabase convirtiendo en arte? Pues siendo como es él: «Con prueba, error, con prueba, error hasta que lo logré». Pasaron nueve años desde entonces. Pintó más de cien cuadros con Barrantes. Y, fiel a su carácter, ya está de nuevo con el mono de inventor puesto. Ahora trata de sacarle la parte artística al mejor blanco de la tierra: quiere pintar con albariño.

Abel, que este año hizo unas setenta exposiciones, debe responder allá donde va a las mismas preguntas. Desde luego, tiene aprendido el discurso. «Supongo que quieres que te cuente la anécdota de cómo se me ocurrió pintar con vino, creo que es algo que me va a perseguir siempre», dice con sonrisa. Y supone bien. Porque se le pide que la repita. Cuenta él primero que le gustó pintar desde niño, cuando vivía en Ourense. De hecho, en el bachillerato cogió todas las asignaturas posibles relacionadas con el dibujo. Pero finalmente no encaminó por el arte sus pasos laborales. Su profesión le llevó a cambiar la ciudad de As Burgas por otros sitios, entre ellos el Sanxenxo que él tenía idealizado por los fascinantes veranos infantiles que había pasado en Noalla. Fue en el municipio sanxenxino donde en el 2006 se apuntó a clases de pintura. Ahí se redescubrió a sí mismo. Se dio cuenta de que quería pintar, aunque ahora a veces se arrepienta de la vorágine que suponen tantas muestras. El caso es que en el 2008, ya acostumbrado él a andar entre pinceles, se fue de cena con unos amigos. Les tardaban en servir las viandas, y empezaron a jugar con las manchas que dejaba el Barrantes sobre el mantel. «Esa es mi anécdota, fue de ahí de donde saqué la idea de pintar con vino, ya lo conté muchas veces», insiste. Lo que no contó, ni cuenta demasiado porque es discreto, es qué hacía él con una taza de Barrantes delante. Porque Abel reconoce que, paradójicamente, aunque es el pintor del vino, él es abstemio. «No me gusta ni el vino ni la cerveza, en realidad no bebo alcohol. Me regalaron muchas botellas, y la verdad es que las disfruté igual porque siempre tienes amigos y familia con los que las compartes y las disfrutan. Pero yo no bebo vino». Uno se imagina entonces a Abel con su botella de agua de Mondariz en medio de la fiesta del Tinto de Barrantes, de la que le nombraron Valedor, e imagina incluso las caras de incredulidad del resto de los asistentes. Pero él aclara entre risas: «Conste que en la fiesta bebí el vino de Barrantes con gaseosa».

La técnica que emplea

Para pintar con vino, después del ensayo y error, descubrió que para que el caldo perdure, dado que es una materia orgánica, no queda otra que mezclarlo con pinturas acrílicas y con látex líquido. Una vez pintado, lo fija con goma laca y vuelve a añadir látex. Trabaja, habitualmente, como si fuese uno de esos cocineros vanguardistas, con reducciones de vino. Es decir, deja que el líquido se vaya evaporando y hace sus cuadros con el poso picado.

Abel, pura energía, en realidad, no solo le ha buscado los cinco pies al gato de la pintura. Reconoce que le gusta «mirarle las tripas a todo». Y quizás por ello se animó también a convertirse en actor. Aunque él niega ser intérprete: «No soy actor, solo salí de figurante algunas veces y me animé porque quería ver cómo eran los rodajes por dentro». Su primera incursión fue en la película Entre bateas, un filme sobre el mundo del narcotráfico en Galicia que se grabó a principios de la década del 2000. Luego, se sumó también al rodaje de Rías Baixas, en la que apareció en varios capítulos. Recuerda que hizo de periodista. Y ahora vuelve a estar en el candelero. No en vano, acaba de rodar con Mediaset. Forma parte de los figurantes que aparecerán en la serie que Telecinco Vivir sin permiso, que se graba en las Rías Baixas.

Es de Ourense pero lleva vinculado a Sanxenxo, donde ahora reside, desde bien pequeño