Un bonito lugar que va camino de convertirse en todo un peligro

Antonio Garrido Viñas
antonio garrido VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

MONICA IRAGO

Las vallas sueltas del perímetro, oxidadas y con riesgo inequívoco de caerse, son el problema más grave pero no el único

20 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Un día como el de ayer, cuando el sol pega duro, tiene en el parque de Trabanca Badiña un refugio perfecto para quienes por allí viven. Un espléndido sauce despliega su poderosa sombre que alcanza incluso al lavadero... que da pena. Las tejas brillan por su ausencia y el lavadero en sí parece un pantano de Florida, lleno de algas y suciedad, con elementos flotando sobre las aguas.

Abandono

La estampa de abandono del lavadero, que es sin duda el elemento distintivo del parque, es la imagen indiscutible que resume el estado en el que se encuentra el lugar pero no es, desde luego, la situación más peligrosa. La entrada da miedo. El parque está rodeado por una verja metálica que, al margen de convertirse indiscutiblemente en una tortura para los vecinos por el ruido de los balonazos contra el metal, está muy cerca de transformarse en una trampa. Hay pistas de que ya ha sido reforzada con anterioridad pero ahora está rota en varias zonas y, lo que es más peligroso, suelta. El óxido ha hecho de las suyas y hay trozos que están sueltos y corren severo riesgo de desprenderse. Cualquiera que se agarre y haga un poco de fuerza puede quedarse con la verja en la mano.

A uno de los lados de la pista deportiva, la valla tiene un agujero por el que se escapan los balones hacia la carretera y en el que cualquier niño puede cortarse al menor descuido.

Si la zona de entrada guarda un peligro indiscutible, la de salida es un drama total. Unas vallas que hacen de frontera entre la zona de juegos y un zarzal que parece tener una salud envidiable por el tamaño de las ramas y de las púas. La zona, en realidad, presenta una sensación de descuido más que evidente. Una bolsa amarilla que ejerce de papelera improvisada -se supone que para los plásticos por su color-, colgada de la valla de madera que da paso a la zona de juegos para los más pequeños certifica la impresión. Una zona de juegos a la que no ha llegado todavía el caucho por lo que por ella, además de los rapaces, se pasean también los perros. Se pasean y hacen algo más, y el incivismo de algunos de sus dueños deriva en que a veces se convierta en una zona de minas.

La relación de desperfectos ya esgrimida convierte en prácticamente una anécdota algo que suele suceder: las redes de las porterías presentan también unos agujeros de un notable tamaño y muchos de los disparos que acaban en gol es mas que probable que no terminen enredados en esas mallas.

Una completa remodelación

El parque de Trabanca Badiña, en fin, necesita una completa sesión de puesta a punto porque, más allá de que los columpios sean más o menos modernos o de que las porterías precisen de redes nuevas, lo cierto es que en varias de sus zonas presenta un peligro indiscutible. Un peligro que, conviene recordar, se suele incrementar en estas situaciones cuando los usuarios de las instalaciones son niños.