Cronista lector de una era en la economía arousana

Pablo Penedo Vázquez
pablo penedo VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

MONICA IRAGO

Con 33 años en FECA a sus espaldas y su autoformación humanista, Manolo Míguez apuesta por la esperanza

11 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«Sempre estiven con mulleres que cociñaban de marabilla. E nos tempos de soltería, vivín cun amigo que cociñaba moi ben. Nunca tiven a necesidade, e nunca me chamou». De esta manera se explica Manolo Míguez cuando nos recibe en su cocina con un surtido de conservas, y una cerveza en la mano que lo distingue como el gran aficionado al rugbi que es. Cuando se trata de la mesa el desde hace 33 años secretario de la Federación de Empresarios de la Comarca de Arousa solo se declara maestro del buen comer. Ahí sí. Ahí se nos desmelena, alabando por encima de todas las cosas las sabrosas carnes de cerdo del interior de Galicia que, opina, tan poco sabemos apreciar en la costa.

Y es que si a sus 60 años Míguez es un arousano más, no deja de ser menos cierto que, con cuna en A Estrada, sigue siendo un gallego de secano. De los de «tentar escoitar moito, e falar pouco». Un rasgo de alta inteligencia que fuera de Galicia, e incluso entre muchos locuaces paisanos moldeados por los aires del mar, se tiende a confundir con pusilanimidad para desgracia de quien piensa en ello como una ventaja en cualquier charla o negociación.

A la carrera de Económicas a la que se entregó Manolo Míguez conviene ir bien leído. No en vano, en un campo donde los principios se sostienen más sobre las ideas que sobre los falsarios números capaces de decir una cosa y su contraria, resulta lógico empaparse de letras antes de zambullirse en el género del relato matemático. Y a ello se aplicó con ganas Míguez en su juventud. Haciendo de la librería de sus padres en A Estrada el depósito a plazo fijo más rentable de su cuenta de vida. Allí, abriendo los lomos de un ejemplar de La cabaña del Tío Tom, empezó a engordar una fortuna de incalculable valor que no ha dejado de hacer crecer desde entonces. «Son un lector empedernido. É parte da miña vida. Se teño 10 minutos libres vou á librería que teña máis preto», nos cuenta. «Leo de todo», y su vasta biblioteca lo confirma. Con un gasto medio que en los tiempos del IVA cultural al 21 % ronda los 100 euros al mes.

«Con 16 ou 17 anos vendía libros nas feiras e festas da Estrada e da contorna, e case todo en galego», recuerda. «Eran os primeiros anos de Galaxia, e logo de Xerais, e tamén conseguía algunha edición de Bos Aires, que daquela inda estabamos na dictadura. Ampliei os libros en galego da librería dos meus pais». El gallego le sigue tirando más que el castellano a la hora de adentrarse en un libro.

Con 25 años Manolo Míguez empezó a trabajar en la Asociación de Empresarios de A Estrada. Era 1981. En 1983 pasó a ocupar la secretaría de la FECA, que ya no abandonó. Hoy le toca lidiar en primera línea con una crisis brutal, que Míguez extiende no solo a la economía, sino a una sociedad, la española, en la que «a corrupción está enraizada», y en la que «nos pasamos coa crítica. Todos sabemos de todo, e non sabemos de nada», denuncia. Una crisis que tiene su fiel reflejo en la caída en barrena de las organizaciones tanto empresariales como sindicales, y la extinción de muchas de ellas. «No ano 83 había un cambio de sistema e quizais os empresarios víanse máis desamparados, de aí que se asociaran máis», apunta el secretario de una agrupación que llegó a contar con 600 socios y hoy se mueve en los 350. «O mundo está a cambiar, e un dos motivos do declive das organizacións empresariais foi a súa proliferación, e conversión en reinos de taifas».El problema de fondo, sostiene Míguez, es «o localismo», que él solo dice entender en el deporte.

¿Y Arousa? Pues «cando eu cheguei», comenta el economista, «a comarca era unha potencia empresarial importante. Había firmas significativas de case que todos os sectores. Neste momento Arousa é un ermo empresarial». Y la crisis «só foi un acelerador» de un proceso en el que «o narcotráfico fixo moito dano».

Sin embargo, Míguez está «convencido de que esta comarca ten que saír adiante». Pero solo lo hará «reinterpretándose». ¿Cómo? «Escollendo por que queremos apostar en cada lugar», el sector primario, el industrial, o servicios, «pensando en clave de comarca», «cun transporte público vertebrado, que é fundamental»; y «mellorando as comunicacións co outro lado da ría, e co interior de Galicia». Y la mejor manera de lograrlo quizás sea poner a jugar a la economía arousana al rugby que tanto ama Míguez. Por sus valores de «compañerismo, de solidariedade, de respecto e de xerarquía». Dejando de hacer lo mismo para obtener un resultado diferente.