Imagínense a una pareja joven que está pensando en ampliar la familia. Imagínense que el piso en el que residen se le queda pequeño y apartado para ese nuevo proyecto vital. Empiezan a buscar en Intenet un nuevo hogar. No piden demasiado: dos habitaciones de tamaño normal, calefacción y ascensor. Hace unos años, cuando se mudaron a su actual casa, no les costó demasiado encontrarla. De hecho, «tuvimos la posibilidad de elegir entre varias». Sin embargo, ahora, sus búsquedas en Internet eran infructuosas. «No salía gran cosa», cuenta él. Así que decidieron recurrir a las inmobiliarias, convencidos de que con el asesoramiento de profesionales todo iría mejor. Pero no ha sido así. «Hemos ido a varias y en todas nos dicen lo mismo, que la cosa está complicada». Como mucho, han visto dos pisos por agencia. Y han descubierto que, la próxima vez que visiten uno que les guste, deberán aferrarse a él en antes de finalizar el recorrido por las habitaciones. «Porque si no te decides en el momento, al día siguiente ya no está. Nos pasó una vez. Nos llamaron porque el día 1 se marchaba un inquilino, el día anterior fuimos a ver el piso, y al día siguiente, cuando llamamos a la agencia, nos dijeron que ya lo había cogido una chica que solo lo había visto en fotos. Eso quiere decir que hay gente desesperada por encontrar algo». En el otro extremo, propietarios que exprimen el negocio, como el que les pedía «un aval que cubriera tres veces el alquiler por posibles desperfectos». Le dijeron que no, gracias. Y se armaron de paciencia para seguir con su búsqueda.