El IES de Valga importa ideas de un instituto de Portugal

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

30 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Ólga López es una de esas profesoras que dan carácter a los centros educativos. Lleva siete años impartiendo clases de portugués, un idioma disponible en alrededor da una treintena de centros educativos gallego. Entre ellos, el de Valga. Y es que también en eso es pionero el centro de Baño. Olga ha ido poco a poco ganando alumnos para sus clases, y en la actualidad comparte sus conocimientos de la lengua de Pessoa con 70 rapaces. Solo hay dos cursos que se le resistan, «pero para o ano penso que tamén teremos grupo neles», contaba ayer con esa energía que la caracteriza. El portugués «vai medrando» en el instituto porque «é moi motivador para os rapaces», que tienen la mitad del camino andado. «Non teñen dificultades para a comprensión, e iso facilita moito as cousas», explica Olga.

Pero la profesora también tiene mucho que ver con el éxito de las clases. En primer lugar, porque vive la docencia con una pasión contagiosa. Una pasión que la ha llevado a participar en un plan de formación del profesorado de portugués gracias al Programa Piale, que la ha llevado a una experiencia de inmersión lingüística en el país vecino. Durante un mes, Olga López cambió el entorno conocido del instituto de Valga por el populoso Josefa de Óbidos, en la ciudad de Belém.

Aquel centro no tiene nada que ver con Valga. Allí hay más de mil estudiantes, 150 profesores y 25 conserjes. Y el mundo se mueve de forma diferente a cómo lo hace aquí. Olga, junto con las otras dos profesoras que formaban la embajada gallega en Belém, asegura haber «aprendido moitísimo» de una experiencia que le permitió constatar que Galicia y Portugal, «malia a proximidade, seguen sendo grandes descoñecidos». De ello se dio cuenta asistiendo a las clases de lengua y literatura portuguesa y de español. «O que saben de Galicia é moi limitado: algo sobre o Camiño de Santiago e que hai un Corte Inglés en Vigo», dice la profesora. Claro que tampoco aquí sabemos demasiado sobre nuestros vecinos del sur.

Una cuestión de respeto

Desconocemos, por ejemplo, que tienen un modelo de enseñanza del que se pueden aprender muchas cosas. «É certo que cando pensamos en modelos educativos sempre miramos cara o norte. Pero un país nórdico non está exactamente no noso contexto. Alí a xente, no McDonalds, lee», dice con cierta ironía Olga. Portugal nos queda mucho más cerca, aunque en algunas cosas nos distingamos. El respeto en las aulas, narra, es básico. Nadie interviene en clase sin haber levantado antes la mano, y cuando entra un directivo del centro los alumnos se levantan. Quizás eso nos resulte, aquí, algo lejano. «Pero a verdade é que teñen unha serie de recursos para fomentar o respecto que eu estou aplicando nas miñas clases», dice Olga.

Otra cosa que esta maestra ha importado es la costumbre de iniciar las clases informando a sus alumnos, nada más entrar en el aula, de qué se va a hacer ese día. De Portugal aún hay otras novedades a las que se podría sacar partido, como «un caderno de comunicación ampla entre os profesores e os pais, para o que tamén teñen unha plataforma en Internet».

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