El arqueólogo de la Diputación cuenta los días que restan hasta el comienzo de la séptima campaña del castro Alobre.
-¿Qué podemos encontrarnos?
-Vamos a intentar cerrar la secuencia de ocupación, al menos de la zona en la que vamos a trabajar. Cuándo empieza y cuándo se abandona, si hay algún elemento significativo, estudiar el urbanismo y la cultura material.
-¿Esos restos quedarán al descubierto para ser visitados?
-Bueno, eso va a depender del tipo de restos que aparezcan. Si aparecen pinturas murales conviene taparlas directamente. Si descubrimos un mosaico habría que estudiar cómo musealizarlo. Ahí entra la fase de Fomento.
-¿Era un castro grande?
-No era una citania, pero sí un castro de tamaño intermedio, un castro litoral potente. Ahora no se nota, pero estaba fortificado y de hecho se conservan elementos defensivos de tierra, parapetos. No somos conscientes de su monumentalidad. Alobre debía de ser imponente visto desde el mar en la Edad de Hierro. Un punto visible desde la ría y desde los puntos más altos en tierra, con un gran valor geoestratégico para el control de la parte media e interna de la ría.
-De los pocos que se conservan en un casco urbano, ¿no?
-Claro. La gente no lo conoce y ha sufrido vandalismo, pero aquí están las raíces de los vilagarcianos. Las excavaciones podrán visitarse y nosotros le explicaremos qué estamos haciendo a quien lo desee. El Concello está decidido a implicarse a fondo.