El mejor agosto de César Veloso

Antonio Garrido Viñas
antonio garrido VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

Veloso celebró hace solo unas semanas en Ravella su victoria en la Vuelta a Portugal.
Veloso celebró hace solo unas semanas en Ravella su victoria en la Vuelta a Portugal. mónica irago < / span>

Su triunfo en el Tour de Río coronó el que fue un mes excepcional

01 sep 2015 . Actualizado a las 12:17 h.

El próximo lunes se cumplirán seis años de la victoria de Gustavo César Veloso en la etapa de la Vuelta a España que concluía en Xorret de Catí. Tenía el vilagarciano 29 años y parecía que por fin, aquel largo camino que había comenzado en el Club Ciclista Cambados había llegado a su fin. Parecía que tras ese triunfo le había hecho un hueco en el pelotón español. No fue así. La marejada de la desaparición del equipo profesional gallego casi lo ahoga y lo tuvo un año y medio náufrago, entrenándose en solitario a la espera de que algo apareciera. Apareció en Andalucía, pero apenas fue un salvavidas y el arousano acabó en Portugal. Allí, en las filas del OFM-Quinta da Lixa está viviendo una segunda juventud. En un mes ha ganado La Grandissima y el Tour de Río. A los 35 años, el del 2015 ha sido el mejor agosto de Veloso.

En ciclismo hay dos clases de afiladores. Uno es tan rápido e inesperado como dramático. Sucede cuando se rozan las ruedas de dos deportistas (normalmente la trasera de uno con la delantera de otro) y suele acabar con uno de los corredores, o ambos, en el suelo. El otro afilador es mucho más lento. Es el que va cincelando la cara del ciclista. Afilándola. En los ciclistas, la cara sí es su reflejo del alma. La transformación de Gustavo César Veloso durante el año es espectacular.

«Estás en forma, Gustavo», le decían cuando iba a recoger al colegio a sus hijos Iago y Álex, allá por el mes de marzo. Y él replicaba que aún andaba unos kilos por encima de su peso, para asombro del personal. Y se marchaba unos días a alguna concentración y cuando regresaba se veía que el afilador le había pegado una buena tajada a su cara. Más delgada, más fina. Todo para preparar la Vuelta a Portugal, su gran objetivo. El regalo que se le ha aparecido ahora que está a punto de cruzar el ecuador de la treintena.

Llegó a Portugal y ganó. Arrasó en realidad. Revalidó el título que había conseguido el año anterior aderezada en esta oportunidad con un par de victorias de etapa. Tras el triunfo llegaron los homenajes pero Veloso no se olvidó de la bicicleta. No era cuestión de desperdiciar el trabajo de tantos meses del afilador. Así que un avión y a Río. Y de nuevo arrasó Gustavo César Veloso prácticamente desde el primer día de competición. Para acabar protagonizando, además, la imagen de la competición al entrar en la línea de meta con la bicicleta cargada al hombro tras caerse en el esprint de la última etapa. Fue el extraño colofón al mejor agosto de Gustavo César Veloso.