La chavalada de Carril se moja con los barcaños

s. méndez, s. g.

AROUSA

Los más pequeños compitieron por parejas y tuvieron que achicar agua en la regata.
Los más pequeños compitieron por parejas y tuvieron que achicar agua en la regata.

Decenas de niños asaltaron las tradicionales barcas

28 jul 2015 . Actualizado a las 08:11 h.

Ni el viento, ni la bajada de marea frenaron la salida de los barcaños en la playa de A Cobacha. La honra a San Fidel puso el broche final a una jornada en la que los protagonistas fueron los más pequeños del pueblo de Carril.

Navegantes por un día

Marcaban las cinco y cuarto de la tarde cuando asomaron en el horizonte la Piñola, Sopla, Catachus, Tikiti, Piño y Chato. Ni velas, ni motor. Los más jóvenes tenían que acortar la distancia a golpe de pala. Las regatas de barcaños al estilo carrilexo son ya un referente en las fiestas del pueblo desde hace años. Las temperaturas y el sol acompañaron a las decenas de niños que acudieron a la playa para asaltar una vez más las tradicionales barcas.

Las hazañas más piratas

La tarde estuvo marcada por diferentes salidas. La misión parecía fácil: zarpar de la playa y navegar hasta una boya próxima para de nuevo poner rumbo a la orilla. A bordo de la Tikiti, Vicente y Federico se alzaron con la primera victoria. La travesía no fue sencilla. En su llegada narraron a los asistentes cómo la marea y las estacas obstaculizaban el camino de regreso a la playa. Otros en cambio, no pudieron ni saborear los aplausos de la llegada. En el caso de los maquinistas del Piño, los participantes no solo se enfrentaron a luchar contra la corriente, sino que también tenían que hacer frente a achicar el agua que entraba en la embarcación. El naufragio fue inminente.

En botes sin mejillones

Esta peculiar embarcación tiene su origen en las cajas mejilloneras. Los más veteranos de la tierra aún recuerdan los tiempos en que se lanzaban al mar en ellas cuando todavía no había consolas, móviles ni videojuegos. Con la iniciativa de recuperar la tradición, llego la necesidad de bautizarlas con nombre. Los apodos de los más veteranos de la villa dieron nombre a cada barcaño. Y aunque algunos de los más pequeños puedan tener su barcaza favorita, no dudan en querer probarlas todas.

Más actividades en tierra

Las aventuras en el mar no fueron la única actividad de la que pudieron disfrutar los más pequeños. A la tradicional regata de barcaños se le sumaron los hinchables y las colchonetas en la plaza de A Liberdade. Aunque lo que puso remojón final fue la fiesta de la espuma en las inmediaciones de la playa.