Hablar de Augusto Santaló es hablar de quien este año cumplirá treinta años de servicio público. Su nombre no empezó a ser habitual hasta hace relativamente poco tiempo. Tal vez, él tiene una explicación a esto: «Entré en la carrera en 1985 y comencé oficialmente con los delitos económicos en el 2007 o el 2008 y hasta ahí no había visto un delito fiscal». A sus 57 años, su nombre ha estado asociados a operaciones de envergadura como la operación Cormorán, una de las investigaciones pioneras contra el blanqueo de dinero procedente del narcotráfico y que sentó las bases de investigaciones posteriores en las que ha sido capital la colaboración con el fiscal antidroga Luis Uriarte. En este marco, en el futuro más inmediato, se han situado nuevos retos, quizás uno de los que pueda volver a marcar una senda es el relativo a la investigación de Óscar Manuel Rial Iglesias, El Pastelero. Hasta ahora era un requisito imprescindible para lograr una condena que existiese una pena previa por tráfico de drogas. El Pastelero carece de antecedentes, pese a lo cual Santaló está convencido de que puede sacar adelante la causa: «Se admite ahora que no es precisa la condena. Lo que hay que demostrar es la relación con informes policiales, con seguimientos? Si no puede justificar un patrimonio y hay indicios de investigaciones policiales que lo vinculasen con actividades delictivas como el narcotráfico...». Pero los delitos económicos, no están circunscritos al narcotráfico, Santaló tiene sobre su mesa investigaciones tan importantes como la de las subvenciones en I+D, la Cooperativa del Mar San Miguel o la de la Cámara de Comercio, las cuales compagina con alcoholemias, hurtos y otros delitos de andar por casa.