¿Qué le pasa a la ría de Arousa?

Rosa Estévez
Rosa Estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

Xunta y sector reconocen una caída de la producción en todo el estuario; la clave es saber si se trata de un ciclo o si las vacas flacas llegaron para quedarse

27 ene 2015 . Actualizado a las 02:16 h.

Como una niebla fría, la sensación de que el mar está en crisis envuelve desde hace años a todos aquellos que, de una u otra manera, dependen de la buena calidad y el buen nombre del marisco gallego. La crisis económica generalizada se ha encargado de romper la burbuja de precios en la que durante unos cuantos años estuvieron cómodamente instalados los bivalvos arousanos. Y una crisis productiva ha venido a redondear el descalabro de un sector que se siente en peligro de extinción. El «no hay marisco» se ha convertido en una frase repetida hasta la saciedad por armadores, marineros, cofradías y también comercializadores. Efectivamente, los datos de producción del conjunto de la ría indican que, en los últimos años, la cantidad de kilos que salen de los fondos se ha reducido. Las almejas, todas, están en niveles muy bajos de capturas, y del berberecho es mejor no hablar: en el 2012 un parásito arrasó las poblaciones de toda la ría, y arrasadas siguen. Los técnicos de la Consellería do Mar aseguran que la merma de la producción responde, en el caso de almejas como la babosa, a unos años atípicos en lo que al clima se refiere. Períodos de caídas de salinidad, seguidos de temperaturas inusuales en distintas épocas del año, serían las causas que explicarían por qué tras el bum productivo que se produjo entre los años 2007 y 2011 —con el pico en el 2010— las capturas han vuelto a caer. Las cifras de los últimos años han sido malas, pero ojo, no es la primera vez que la babosa está en números rojos: el trienio 2003-2006 también fue especialmente duro para esta especie. Claro que entonces, el precio medio del kilo llegó a 16,33 euros. En 2013, uno de los peores años de la historia, el valor de ese producto fue de 12,32. Pocas capturas, poco precio, angustia servida. Los datos del 2014 apuntan a un ligerísimo repunte de la almeja babosa. ¿Será el inicio de la senda de la recuperación? En los bancos del fondo de la ría todo va a depender de este invierno, de que llueva, de cuánto llueva y de lo que caiga la salinidad. En cualquier caso, los biólogos de cofradías próximas a la desembocadura del Ulla no parecen ser demasiado optimistas. En Vilaxoán hablan de que la almeja babosa «está desaparecida», y en Carril se utilizan términos muy similares. El año pasado, las mariscadoras de esta cofradía tuvieron que parar porque en las playas no encontraban nada. En Rianxo ocurrió lo mismo. Y, aunque no se llegó a ese extremo, en Vilanova reconocen que «hai especies clave que están en niveis moi baixos, ou desaparecidas completamente». En las autorizaciones de otras cofradías, como la de Cambados, la cosa no pinta tan mal. Aunque preocupa la disminución de la biomasa de almeja fina y la caída en picado del berberecho, las otras especies siguen «en niveis habituais». En el año 2014, de hecho, se experimentó una mejoría que podría tener mucho que ver con los trabajos de resiembras y traslados de marisco que realizan tanto los mariscadores a pie como los de a flote. Esa práctica, sin embargo, no está extendida entre los rañeiros de O Grove, en cuyas autorizaciones se repiten los problemas con la almeja babosa. No hay producto en los bancos submareales, explica la bióloga, aunque en las playas las mariscadoras están logrando mantener el tipo con dignidad. El problema lo comparten los mariscadores de O Grove con los de Aguiño y Ribeira. Esa escasez en la boca de la ría no encaja con la teoría de que es el agua dulce de las riadas la que provoca la caída de la producción de almeja, en este caso de babosa y roja. Y alimenta las dudas y las sospechas de un sector que está convencido de que «ten que haber algo máis», algo que está matando la capacidad productiva de la ría de Arousa, que está anulando su capacidad de regeneración. Los pósitos ya se han dirigido a la Consellería do Mar para reclamar que se acometa un estudio detallado sobre qué es lo que está pasando en el que tiene fama de ser el mar más rico del mundo. Ellos, por su parte, apuntan varios elementos que podrían haberse aliado contra el marisco y los mariscadores: la contaminación, la acción de los depredadores, el furtivismo, las riadas y, también, las oscilaciones bruscas en la temperatura del agua. «Méteste no mar un día e está frío, e ao seguinte parece auga de ducha, e iso prexudica moito á ameixa», dice la bióloga de la cofradía de Cabo de Cruz. «A temperatura é un factor determinante, e levamos dous anos que dende o punto de vista oceanográfico foron moi atípicos, con oscilacións moi importantes», completa su homólogo de Cambados. Y esas oscilaciones hacen enloquecer a los bivalvos, que desovan a destiempo y que ven alterado todo su proceso natural. Puede que haya dudas sobre qué está pasando con las almejas y sobre su futuro más inmediato. Lo que parece estar bastante claro es que una especie capital para la ría, el berberecho, seguirá desaparecida de los fondos por un largo período de tiempo. Un parásito, la marteiliosis, ha provocado una mortandad sin precedentes que se ha traducido en que, tras años en los que se superaban los dos millones de kilos, hayamos llegado a los 180.477 que el año pasado se subastaron en el conjunto de la ría. Es cierto que el berberecho ha tenido años muy malos: es una especie que no soporta las riadas, pero que se recuperaba sin problemas, explosionando y dando lugar a magníficas cosechas. Tras una de ellas, la del 2008, la producción de esta especie se ha ido reduciendo poco a poco, hasta que la marteliosis la ha arrastrado a esos mínimos históricos que aterrorizan al sector. Lo peor de todo ello es que, de momento, la enfermedad que asola los bancos e este marisco ni se cura, ni se previene.