Cuando los cactus hicieron música en el instituto de Carril

AROUSA

21 oct 2014 . Actualizado a las 04:50 h.

El silencio no existe. No, al menos, para el hombre unido a su planeta. A partir de esta premisa, en apariencia tan sencilla como incontestable, construye João Ricardo de Barros Oliveira sus personalísimas deducciones artísticas. El título de la masterclass que el creador nacido en Viana do Castelo impartió ayer en la biblioteca del instituto Miguel Ángel González Estévez, de Carril, era lo suficientemente enigmática como para despertar el vivo interés de los alumnos y profesores del bachillerato de Artes Escénicas, Música y Danza. En realidad, de cualquiera que prestase unos minutos de atención a Uovisonamento e intervençao plastisonora. Será difícil que los asistentes olviden la propuesta plástico sonora de un tipo irrepetible.

Aperitivo en el CGAC

Lo cierto es que a los chavales del instituto la personalidad de Joao no les cogió por sorpresa. Hace un par de días, el sábado por más señas, un grupo de catorce bachilleres viajaron a Santiago de Compostela para colaborar con él en el desarrollo de una performance en el Centro Galego de Arte Contemporánea. La propuesta se presentaba bajo una etiqueta, Cactus Workestra, que ya indicaba por dónde irían los tiros. Se trataba de oír y hacer sonar una veintena de cactus preparados y sonorizados en diferentes constelaciones, empeño en el que los alumnos carrilexos pusieron todo de su parte. Cada participante, relata el equipo del CGAC, ajustó al máximo la unión sonora y visual de su instrumento vegetal, jugando con los tonos y los sonidos.

El entorno sónico

Algo en esencia parecido, aunque sin espinas y en solitario, fue lo que João Ricardo de Barros Oliveira puso en escena en la biblioteca del centro educativo. Si algo demostró el artista portugués es que cualquier objeto, incluso los desechados, es susceptible de ser convertido en un instrumento musical. Se trata de saber escuchar y, sobre todo, de idear la fórmula capaz de extraer a cada cosa su propio sonido. Noruega, Estados Unidos, Alemania, Portugal y diferentes lugares de España han gozado del particular privilegio de degustar sus composiciones a través de la radio, la televisión y el cine.