Los maestros de marionetas

La Voz

AROUSA

Lo que más debilita al PSOE es la persistente sensación de que cuanto sucede se debe al pulso en la sombra entre Gago y Pose

21 sep 2014 . Actualizado a las 04:57 h.

Curiosa sensación. El PSOE de Vilagarcía se apresta a vivir un momento realmente histórico con la vista puesta en el 30 de noviembre. Será entonces cuando, por primera vez, los militantes del partido que durante más tiempo ha gobernado la ciudad escojan entre dos de sus compañeros a la persona que luchará por la alcaldía. Pese a tan radical novedad, un ruido sordo enturbia el proceso con el soniquete de lo ya conocido. Porque, con mayor o menor justicia y grado de acierto, la verdad es que hace ya años que todo cuanto acontece en el seno del puño y la rosa parece producto de un pulso en la sombra entre dos de sus más destacados dirigentes del pasado reciente: Javier Gago, alcalde durante cuatro mandatos, presidente portuario y diputado en el Congreso, entre otros cometidos, y Modesto Pose, parlamentario autonómico, responsable provincial de su formación durante años y pieza imprescindible en los movimientos que el socialismo gallego ha emprendido desde el inicio de su escalada hacia el gobierno de la Xunta hasta su situación actual.

La persistencia de este esquema de juego de mesa para dos le sienta verdaderamente mal a los socialistas vilagarcianos. Por una parte, impide que el imaginario ciudadano perciba al sector oficialista libre de la influencia que Pose ha ejercido sobre sus más cualificados representantes, englobados en la actual dirección local. Pero, en la orilla de sus contrincantes, mantiene de forma paralela la profunda impresión de que ninguna iniciativa alternativa puede prosperar sin el apoyo, bien como impulso motriz, bien como respaldo posterior, de Gago y su grupo, con la confusión que ello le confiere. Tanto Alberto Varela como Fernando Quintela, los dos únicos militantes que de momento han anunciado su intención de acudir a las primarias, corren así el riesgo de ser interpretados no por sí mismos ni por los valores que proponen como posibles candidatos a la alcaldía, sino como piezas de una pugna que otros dirimen en el trasfondo de la agrupación socialista local.

Ningún motivo aparente tienen Varela y Quintela para protagonizar un enfrentamiento encarnizado, del estilo al que el PSOE de Vilagarcía se acostumbró en cierto momento, y sí muchas razones para un intercambio cordial de ideas. Para empezar, su prolongada relación personal. Jugar a otra cosa supondría, para los socialistas, alimentar la dubitativa maquinaria del PP local.