La dulce historia del patito de Vilagarcía que se crio entre golosinas

Susana Luaña Louzao
susana luaña VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

MONICA IRAGO

Los vecinos de A Xunqueira salvaron en julio a «Afortunado» del voraz apetito de las gaviotas

17 sep 2014 . Actualizado a las 16:14 h.

Seguro que ustedes se acuerdan de Afortunado, el pato que fue salvado in extremis de las voraces gaviotas que planean por el río Con y que previamente se habían zampado a todos sus hermanos. Y seguro que a lo largo de todo este verano ustedes se preguntaron más de una vez qué habría sido de Afortunado, a no ser que formen parte de esa especie de club de fans que se creó en torno al ave y que a menudo iban a visitarlo a la tienda de gominolas en la que creció, rodeado de dulces y de mimos. Porque sí, señores, Afortunado hizo honor a su nombre y lo fue; de momento lo sigue siendo y esperamos que mantenga en el futuro su fortuna; todo parece indicar que así será.

Salvado por los vecinos

Hagamos memoria y así mantenemos el suspense y no adelantamos el final de la historia. Afortunado y sus hermanos nacieron a finales de julio en la parte baja del río Con, en las inmediaciones del pazo de Vista Alegre. Pero las gaviotas, esas aves que aprecian el sabor de la carne tierna de los indefensos palmípedos, se los fueron zampando uno a uno, en cuanto su mamá pata levantaba la guardia. Solo quedaba uno, y los vecinos de A Xunqueira, que ya fueron testigos en otras ocasiones del voraz apetito de las crueles gaviotas, decidieron bajar al río y salvarlo. Fue Chelo Asorey quien lo rescató, a riesgo de ser picoteada por la pata, que no sabía que en realidad la mujer le estaba salvando a su única criatura superviviente. Luego, se lo llevó a la tienda de chucherías que regenta junto al río con su marido, Manuel Oliveira, ya que no es la primera vez que el matrimonio cuida a los patitos que salvan de las gaviotas.

Crianza entre mimos

Y allí sigue Afortunado, en la tienda de chucherías, rodeado de golosinas y de mimos; los de sus dueños, los de los vecinos y los de los muchos niños y clientes que pasan a menudo a saludarlo. Afortunado ya es un pato más o menos grande que incluso sale de vez en cuando a la puerta y ve a sus colegas en el río, pero no hace ademán alguno de unirse a su vida salvaje porque está superprotegido, y Chelo y Manolo no tienen intención tampoco de devolverlo al río porque tienen miedo de que no sobreviva. «Está acostumbrado a estar con gente, nosotros le damos el pienso, lo bañamos... Aquí lo tiene todo».

Nuevo hogar

Pero evidentemente, la vida de Afortunado en la tienda empieza a ser un problema. Hay que limpiar a diario la parte trasera del local en la que pasa la noche, y cuando se baña en el barreño que le colocaron sus dueños, todo el cuarto se llena de agua con sus chapoteos. Y necesita aire libre. Pero la solución está en camino, porque una vecina del matrimonio tiene una finca en la que crecen otros patos, y está dispuesta a adoptar a Afortunado, al que visita casi todos los días. «Allí sí puede estar bien -reconocía ayer Manolo- porque los otros también son patos domesticados, como él». Así que quienes quieran despedirse de Afortunado, que aprovechen esta semana, porque posiblemente el sábado será trasladado a ese nuevo hogar donde, tal y como les decíamos, es muy probable que siga conservando su buena estrella.

Caseta de madera

Para impedir que las gaviotas se sigan comiendo las crías de pato, los vecinos solicitaron el Concello que repusiera las casetas de madera en las que antes se refugiaban los patos del río. Tras presentar más de medio millar de firmas, el edil Jesús Longa dijo que sí, y serán los alumnos de la próxima edición de la escuela taller los que las construyan.