Las fiestas patronales de San Roque se despidieron ayer en Vilagarcía con el clásico desfile de carrozas, que congregó a ocho vehículos, anunciados por los recuperados gigantes y cabezudos, y repitió el recorrido del año pasado, cuya principal novedad había consistido en la utilización de la calle Alcalde Rey Daviña. En lugar de aventurarse por la avenida de A Mariña, bordeando el parque Miguel Hernández, el Concello apostó por que la comitiva se internase en las calles del centro a través de la gran arteria comercial de la capital arousana, peatonalizada desde hace años. Los cálculos y las cábalas se despejaron hacia las ocho y veinte de la tarde, momento en que la caravana hizo su aparición sobre el empedrado. Aunque alguna cafetería tuvo que retirar su terraza, el espacio libre era suficiente como para que la cadena de vehículos se moviese sin problemas.
Las carrozas están pensadas para los chavales, que, subidos en ellas, repartieron caramelos, cintas y confeti entre el público que, al menos por lo que respecta al tramo de Rey Daviña, respondió a la llamada final de las fiestas. Esta consideración contiene dos de las constantes de la programación de este año, ahora que llega la hora de los balances, a los que los vilagarcianos son desde siempre muy aficionados. Dentro del lado positivo de la balanza, el cuidado dispensado este año a las actividades para los más pequeños, que cada día tuvieron al menos una cita en el cartel de San Roque. Teatro, marionetas, cine en la calle. A favor de los festejos juega también el hecho de que las fechas clave continúen funcionando muy bien. La Festa da Auga, los fuegos del Combate Naval, la Festa da Ameixa en Carril o el propio desfile de carrozas siguen gozando de un indudable atractivo para vecinos y visitantes.
La parte musical, en cambio, careció de ese concierto central que el bipartito conservador defendió como modelo hasta ahora. El potente cartel de As Revenidas, integradas por primera vez en el programa de San Roque, permitió mantener el tipo.