La noche deja medio centenar de atenciones sanitarias en la zona TIR y en la playa

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

A primera hora, y tras limpiar la playa, los efectivos se concentraron en la zona TIR.
A primera hora, y tras limpiar la playa, los efectivos se concentraron en la zona TIR. martina miser< / span>

Un joven herido que recibió un navajazo protagonizó el suceso más grave registrado en las horas previas al San Roque

17 ago 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

La noche previa a la Festa da Auga no deja de crecer. El viernes por la tarde, Vilagarcía estaba tomada por jóvenes llegados de todos los rincones de Galicia. Los que habían venido en coche agotaron los estacionamientos del centro y acabaron aparcando en la periferia de la ciudad. Los que desembarcaron en tren, consumieron todas las plazas extra que Renfe había dispuesto para la Festa da Auga. A última hora de la tarde la ciudad estaba, literalmente, tomada por gente dispuesta a divertirse.

Pero, para algunos de ellos, la diversión se truncó. A la una y media de la madrugada fue requerida la primera ambulancia para atender un caso de intoxicación etílica, y a partir de ahí las sirenas sonaron hasta en medio centenar de ocasiones. Según el parte facilitado por los servicios de emergencias locales, fueron atendidas trece personas que habían consumido un exceso de alcohol; otras trece que presentaban cortes y golpes; cuatro implicados en un accidente de tráfico y dos que se vieron envueltos en las peleas que a primera hora de la mañana tuvieron como escenario la zona TIR, que junto con la playa y la subida a la estación fueron los puntos calientes de la noche.

El caso más grave de todos los atendidos tuvo como escenario la calle Rosalía de Castro. Un joven de Vilagarcía, E.C.S., de 20 años, explicó que había intentado mediar en una pelea cuando «notó algo frío» en el pecho: era una puñalada que, afortunadamente, solo lo hirió superficialmente.

La noche dejó, también, varios actos vandálicos: la luna rota del escaparate de la mueblería Saavedra, en la calle Rey Daviña; palmeras a las que se les plantó fuego en la playa de A Concha, y un coche ardiendo en Pablo Picasso. Todo ello, sumado a un sinfín de carteras y teléfonos perdidos que esperan a sus propietarios en la comisaría.