Gallegos con morriña que cantan para no olvidar

bea costa cambados / la voz

AROUSA

CEDIDA

18 ago 2014 . Actualizado a las 11:25 h.

A veces un cantar o una gaita ayuda a sentir Galicia cuando se está lejos de ella. Al menos eso es lo que le ocurre a los integrantes del coro de la Casa de Galicia en Nueva York, que estos días están realizando una gira de conciertos por la comunidad junto a la agrupación coruñesa Cantigas da Terra. El jueves fueron recibidos por el presidente de la Diputación en Pontevedra, Rafael Louzán, y mañana tendrán un recibimiento parecido en el Concello de Cambados con motivo de la actuación que van a ofrecer por la noche en el parque de Torrado (21.30 horas).

De los 32 miembros del coro acudirán a esta cita unos 25, entre los cuales hay representación cambadesa. Se trata de Carmen Vázquez, Chicha, que cada verano, si puede, cruza el Atlántico para visitar su patria chica.

Hace tres lustros se fue para Estados Unidos donde fijó su residencia, concretamente en Nueva Jersey. Como ella, el resto de los componentes del coro están de vacaciones en sus respectivos pueblos y ciudades: Muros, Ribeira, Lugo, A Coruña... se han puesto de acuerdo para reencontrarse este verano sobre los escenarios gallegos.

El coro de la Casa de Galicia en Nueva York tuvo ocasión de actuar en Boston, Washington y Puerto Rico, pero, curiosamente, nunca había estado en Galicia. «É un soño», comenta Carmen. En Torrado sonarán, entre otras, Negra Sombra y el himno de Galicia y para que esto sea posible, ensayan a razón de dos días a la semana. Algo que no siempre es fácil.

El centro gallego está en Queens, de manera que la mayoría debe que hacer muchos kilómetros para acudir a esta cita. A Carmen, por ejemplo, le cuesta una hora de coche «pero vale a pena». Y es que el coro es solo uno de los reclamos para acudir a la Casa de Galicia. «Xuntámonos unha vez ao mes para celebrar os cumpreanos e levámonos todos moi ben». Habla en nombre de la primera generación. «A nós [el coro] chámannos os vellos», apunta Chicha, pues los hijos de los emigrantes prefieren apuntarse a bailar y tocar la gaita que a cantar una foliada.